Capítulo 31. "Justo donde me dejaste"

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Cuando el avión aterriza, no puedo ocultar mi sorpresa al ver que no pasa de medio día, es como si hubiera regresado en el tiempo. Sigue siendo veinticuatro de mayo; sigue siendo mi cumpleaños. Y por alguna razón, esta gran experiencia no me hace tan feliz como esperaba; en realidad, me siento un poco vacía. Siento que he dejado atrás una parte importante de mi vida. 

Me recargo en el respaldo del asiento de avión, mientras esperamos que la gente salga y sea nuestro turno. Observo a Lauren, que por suerte está a mi lado, y parece que ella también se siente decaída por saber que esto es el fin. Y no sólo ella, en el ambiente se siente la tensión de la tristeza colectiva. Todos tienen una murria mueca, otros tienen los hombros caídos y algunos otros parecen demasiado cansados como para pensar en que regresarán a su ordinaria vida. 

Creo que todos sienten que han dejado buenas historias atrás.

Con cuidado, arrastro mis pies por la alfombra del pasillo del avión y sostengo con fuerza las correas de mi mochila. Cada paso que doy, parece tan falso y tan curioso; es como si físicamente estuviera aquí, pero mentalmente estuviera junto a Julián.

Julián.

Todo el camino de regreso, por mi mente anduvo rodando la idea de que quizá, todo había sido un buen sueño y en cualquier momento despertaría. Durante el trayecto, traté de aferrarme a todos los recuerdo que mi mente había guardado al lado del checo; intenté guardarlos en un compartimento especial para que siempre pudieran perdurar y que yo pudiera recordar lo feliz que había sido por algunos días. Julián resultó ser más que "el idiota con el que cambié maletas"... fue "la persona que me enseñó a querer de dolor y a aprender." Y resulta gracioso, que una persona al otro lado del mundo me haya enseñado más que las personas con las que convivo a diario.

En todos los días que estuve ahí, recordé lo que era dormir ocho horas seguidas, comer en horarios correctos y recordé lo que era irse a dormir sin dolores en el pecho. Siempre hubo una carcajada honesta, horas de insomnio por tanta diversión y pláticas místicas sobre la vida y el amor. Nunca hacía falta un chocolate caliente o una bebida fría de Starbucks gracias Lauren y su pequeña obsesión; nunca hizo falta nada. Básicamente, había logrado mi objetivo: Recuperar un poco mi vida. E irónicamente, ahora que estoy de regreso, siento que la he perdido de nuevo. Pues recuerdo las materias que recurso, las que quizá repruebe, mis malas calificaciones, el estrés del trabajo, el intentar huir de Michael en la escuela y el tener que hacer a un lado todo mis dolores de cabeza para ser una hija que no cause problemas.

Con la vista algo cansada, busco mi maleta por las bandas giratorias. Lauren y Lu a mí lado lucen cansadas y estresadas. Bueno, Lu parece un poco emocionada porque regresará a ver a la persona que le gusta y de la que tanto ha hablado. Por otro lado, Lauren parece ingeniárselas para ver si es posible viajar al pasado para aprovechar mejor el tiempo con Paul, a quién le lanza discretas miradas mientras se muerde el labio. Si tan sólo el miedo hubiera pasado a segundo plano, quizá su pequeña historia de amor hubiera sido un poco más larga.

Doy un respingo en mi lugar cuando siento la mano de Lu en mi hombro, indicándome que mi maleta ha aparecido, y la toma tan rápido pasa frente a mí. 

—¡Me parece que ya todos tienen sus maletas!—Chris levanta un poco la voz para que podamos escucharlo mientras agita un poco las manos para indicar que es él quién habla—. Como ya les había dicho con anterioridad, espero que el viaje haya sido de su agrado y que hayan aprendido bastante del lugar. Esperamos tenerlos de regreso y les deseamos un buen regreso a casa. Aquí es nuestra despedida. 

Él y Olivia hacen una pequeña reverencia que me hace mirarlos confundida y después agitan sus manos para decir adiós. Cada quien comienza a irse para poder regresar a sus hogares.

El viaje de GresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora