Capítulo 12. "Un sueño"

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Un beso, una llamada y el rostro de Michael. 

Son las tres vagas ideas que corren por mí mente. El problema es, que no logro descifrar por qué. 

Cuando abro los ojos, puedo decir que quizá son las seis de la mañana, pues el cielo sigue oscuro salvo por una tenue luz en el horizonte. Se me va la respiración cuando me doy cuenta que no estoy mirando el techo de mi cuarto: estoy mirando directamente el cielo de mañana recostada en algún lugar de la calle.

Me duele el tobillo, siento la boca seca y un extraño dolor en la espalda hace que apriete los dientes cuando me remuevo. Segundos después noto la situación en la que estoy metida: estoy acostada sobre los arbustos que están frente a la entrada de mi casa y, para desgracia mía, tengo la bicicleta encima. 

¿Qué tan ebria estaba para quedarme dormida así? 

Intento mover la bicicleta a un lado, pero un dolor de cabeza me ataca junto con unas leves nauseas. Dejo caer la cabeza unos segundos para que el dolor aminore y el corazón se me detiene. La piel se me enchina cuando comienzo a ser consiente del frío de la mañana. 

¿Y Elizabeth?  

Empujo la bicicleta con las piernas y saco el celular de la bolsa trasera de mi pantalón. Cierro los ojos unos segundos intentando no vomitar y cuando los abro, noto que la pantalla del celular se ha estrellado. Supongo que ha sido producto de mi caída. Cuando toco el botón para encender la pantalla, la imagen de una batería sin carga se muestra unos segundos antes de que la pantalla se apague por completo.

—Estúpida suerte—murmuro para mí misma. 

Miro al cielo como si esperara que me cayera una respuesta. Intento rebuscar entre mi mente lo ocurrido anoche, pues no creo que haya sido capaz de venirme a casa y dejar a Lizzie sola, creo que es  más probable que ella me haya dejado. Me paso la mano por la cara, un poco estresada. 

Puede que Lizzie esté bien, que su mamá haya ido por ella o algo parecido, pero otra cosa que no entiendo, es ¿qué pasó con Michael y por que siento un pequeño hueco en el pecho? ¿Por qué está en mi mente si no lo vi en la fiesta?

Lentamente me siento y pongo una mano en mi sien cuando el dolor regresa. Dejo caer la mano por mi rostro, es entonces cuando roto un raro relieve en mi pómulo y parte de mi mejilla. Un pequeño raspón, seguramente.

—Gres, quedan prohibidas las fiestas para ti.

Me pongo de pie lentamente y me estiro un poco para alivianar el dolor de espalda. Veo mi mochila tirada a unos pasos de mí y la tomo con cuidado. Un bostezo sale de mi boca mientras levanto la bicicleta, intentando no hacer mucho ruido. ¿Acaso mis papás no escucharon mi caída? Porque el arbusto deformado me hace creer que fue una caída muy ruidosa y dolorosa, de haber estado consciente. 

Dejo la  bicicleta en las escaleras del porche y camino a paso atropellado hasta la puerta, sintiendo como mi estómago quiere sacar todo. Saco las llave de la mochila y las inserto en la manija. Aprieto los dientes cuando siento una pequeña arcada. 

—Espera, espera—comienzo a rogar en voz baja.

Abro la puerta lo más lento que puedo para no hacer ruido. Una vez que libro el primer obstáculo, camino de cuclillas  hasta las escaleras esperando no encontrarme a nadie en el pasillo. En el momento en el que cierro la puerta de mi cuarto, suelto todo el aire que he acumulado y mi estómago lo toma como una señal para desembocar su contenido.

Lanzo la mochila a algún lugar del cuarto y corro a hincarme en el retrete del baño. Cuando las arcadas han terminado, me siento un poco débil y cansada. En serio que fue mala idea ir a esa tonta fiesta. Me quedo unos segundos con la cabeza recargada en el retrete antes de ir a conectar el celular y dejarlo en la mesita de noche cargando. Con cuidado, me quito toda la ropa y camino al baño para tomar una ducha. Resoplo cuando veo en mi reflejo en el espejo y noto que tengo pequeñas ramas en el cabello y en efecto, un raspón en la mejilla.

Eres un una clase de desastre que está en constante crecimiento.

El agua tibia no me ayuda a recordar mucho, tampoco ayuda a calmar el dolor de cabeza ni el dolor que siento cuando giro el tobillo. Sólo ayuda a recordar la pequeña llamada de mamá, preguntando a qué hora llegaría. Y eso es todo. No hay nada sobre Lizzie, sobre Tom, sobre Michael o mi accidente.  Las lagunas mentales siguen ahí. Mientras me cambio, me doy cuenta de los moretones que empiezan a salir en algunas partes de mi pierna derecha  y mi brazo derecho. 

Si hace un tiempo quería tener mi vida de regreso y hacer locuras nuevas para rehacer mi vida, creo que no me refería precisamente a ésta clase de locuras. 

Un bostezo cansado sale de mi boca cuando cepillo mi cabello húmedo. El celular vibra en señal de que vuelve a tener vida. No tardo ni dos segundos en tirarme en la cama y buscar el chat de mi amiga.

>¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Cómo amaneciste? 

Envío el mensaje y me cubro con las cobijas, intentando no quedarme dormida hasta que tenga respuestas que me ayuden a sentir tranquila. Las cuales no tardan, pues en cuanto cierro los ojos el celular vibra.

>¿Qué es lo último que recuerdas?

Su mensaje me toma por sorpresa, pues siento que me va a dar malas noticias. No respondo, hasta que la leyenda "escribiendo" deja de aparecer y leo el mensaje que acaba de llegar. 

>Creo que estar ocupada con Alex hizo que tuviera una noche tranquila. La verdadera pregunta es: ¿cómo estás tú?

Mal.

>Pues estoy viva, tengo resaca y amanecí en los arbusto intentando recordar cómo llegué ahí.

Su respuesta tarda unos segundos en llegar, pero llega. Y no es precisamente del modo que me gustaría.

>¿Quieres la historia larga o la corta?

Mi corazón se detiene.

>La que sea conveniente.

Me muerdo el labio algo ansiosa. Ya presiento las malas noticias. Dejo de hacer lo que hacia cuando veo que el mensaje ha llegado.

>Te besaste con Tom sólo para darle celos a Michael y terminaste llorando mientras le contabas la historia de tu ex al pobre chico.

Abro los ojos como platos y me siento en la cama, pues siento que no puedo respirar. Michael sí estaba en la fiesta... ¡Y besé a un desconocido!

>¿Me estás diciendo la verdad?

>Gres, ¿por qué te mentiría? la cara de Michael fue digna de admirar.

Me golpeo la frente, aunque en seguida intento sobarme porque me ha dolido. Comienzo a sentir tanta vergüenza dentro de mí, que no quiero salir de mi habitación nunca. Seré la burla, todos recordaran aquello y jamás dejaran de comentarlo... o quizá nadie lo notó. Quizá sólo estoy exagerando, pero el sentimiento de culpa que comienza a crecer dentro de mí, me inunda y no me deja respirar. 

Así compruebo que, no importa que haga, Michael siempre va a romper todo de nuevo.

>Creo que iré a tomar una pequeña siesta y a llorar en posición fetal.

Lizzie contesta algo, pero no lo llego a leer porque bloqueo la pantalla del celular y estiro la mano para dejarlo donde estaba. Es  hasta entonces que noto un pequeño folleto amarillo con una nota en ella. Me recargo sobre mi codo  antes de tomarlo y comenzar a revisar qué es, pues hace un momento ni reparé en que estaba ahí. Espero que el golpe no me haya afectado la vista.

Grecia, queremos hablar contigo.

Reconozco la letra manuscrita de mamá en la nota y la despego del folleto, buscando algún otro mensaje que haya dejado por ahí, pero no hay nada. Mis ojos leen el encabezado escrito en letras blancas algo grandes y, por la resaca y quizá otra cosa que desconozco, siento que podría tener un pequeño infarto en cualquier momento.

—Agencia de viajes seguros para estudiantes—leo lentamente, intentando procesarlo.

 Mierda.


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