Capítulo 36. "Nadie escucha"

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Una persona normal cuando termina su relación, ¿qué hace? llora el tiempo de duelo, se hace a la idea de que su pareja ya no estará, intenta no contactarla de nuevo para no generar más dolor y sale adelante del trauma emocional. Sigue su vida.

Sin embargo, esa no es mi historia. 

Yo he llorado, he ignorado el dolor gracias a mi cansancio, he viajado a otro país para intentar reparar mi corazón roto, me he emborrachado y me he fijado en otro chico mientras no paso de la segunda fase: aceptar que mi pareja no estará más. ¿Y luego? Luego me quedo charlando casi dos horas con él en las escaleras del porche hasta que el susto abandona mi cuerpo. 

Una parte de mí no se culpa por haber aceptado su compañía, pues de verdad tenía el corazón corriendo un maratón desde de haber sido golpeada y haber presenciado una violación. Lo necesitaba. Necesitaba compañía, necesitaba que alguien me dijera que todo estaría bien y que me ayudara a construir una historia para que mis padres no quisiera llevar el problema hacía el lado legal.

—Me  has ganado completamente—se resigna— ¿Tú madre que ha dicho?

—Se ha tragado el cuento de que las heridas fueron gracias a un evento sexual salvaje y que alguien me golpeó con la puerta del baño.

—¿Y qué tan salvaje tuvo que ser tu encuentro para tener unos dedos marcados en el cuello?

—Lo suficientemente salvaje para tener un orgasmo del susto—me burlo—. Aunque por la cara de consternación que puso, algo familiar le pasó...

—Grecia, no quiero esas imágenes en mi cabeza, gracias—me interrumpe, para después preguntar con calma—: ¿Cómo te sientes?

—Igual de bien que cuando cenamos con tus padres y fingimos que era tu prometida.

A través de la pantalla de la pantalla, veo que Julián rueda los ojos y suspira. Coloca una mano en su mejilla y supongo que se pone limpiar una mota de polvo invisible que ve en su escritorio, porque sólo veo que su mano se mueve de izquierda a derecha de manera lenta.

—Mi madre pareció demasiado aliviada cuando le dije que habíamos terminado—cuenta—. Mi padre... creo que le caíste bien, pues parecía apenado de que lo nuestro se viera afectado por la distancia.

—Te dije que yo era demasiado para ti, es una lástima—bromeo—. Pero dejando eso de lado, ¿Cómo has llevado nuestra separación?

Se rasca el puente de la nariz y chasquea la lengua antes de sonreír.

—Creo que me he hecho a la idea de que no estamos hechos el uno para el otro—dice con fingido dolor—. Aunque admito que cada que paso por el hotel donde te hospedaste, algo dentro de mí me dice que aún estás cerca. Creo que te extraño porque después de ti, he regresado al aburrido ciclo de viajes, oficina, departamento y comer para no morir.

—Te entiendo—dejó salir el pesado aire por la nariz al tiempo que me dejo caer en la silla de mi escritorio—. Creo que también regresé al aburrido ciclo de escuela, estrés, trabaja e intenta dormir para no morir. 

Escucho su suave risa a través de los audífonos y no puedo evitar reír. Después de aceptar que quizá Julián es mi alma gemela, me he dado cuenta de que lo extraño más de lo que debería. No convivimos mucho tiempo y tampoco sabemos muchísimo el uno del otro, pero creo que nos complementamos tan bien, que ahora que lo tengo tan lejos, me falta su voz y aquellos furtivos abrazos que me susurraban que el mundo no es tan malo.

—Entonces...—comienzo—¿Aceptarás salir con tu ex?

Lo piensa un segundo. Parece que el estrés regresa a sus hombros cuando recuerda aquello, pues parece que se tensa. Antes de terminar narrándole el desastre de ayer, comentó algo sobre que su ex quiere hablar con él para explicarle porque se fue sin razón. 

El viaje de GresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora