Cuando las alarmas de las tres comienzan a hacer eco en el cuarto, escucho los suspiros dormidos de Lauren y como Lu maldice por lo bajo. Ambas están como todos los días; desparramadas en la cama y con la colcha blanca casi cubriéndolas. El pie derecho de Lu está fuera de la cama y veo como su cabello naranja le cubre la espalda, que sube y baja al ritmo de su lenta respiración. En silencio, estiro el brazo y apago aquel desesperante sonido. Me quedo en la misma posición en la que he despertado contemplando el cuarto sin ganas de salir de entre las cobijas. Por alguna razón, siento un poco más de frío que en otros días.
¿Qué tan mala suerte sería tener un resfriado al otro lado del mundo? pienso.
Me quedo acostada observando las blancas paredes, observando el desastre que tenemos con nuestras maletas que descansan en la entrada, el pequeño desastre en el diminuto baño y los zapatos debajo de la cama; pues es el único lugar donde no nos estorban. Me recuesto boca arriba y observo la pequeña luz que se cuela por entre las cortinas color hueso. Por primera vez, noto que hay una quemadura de cigarro en ellas. Me froto los ojos y estiro un poco la espalda, haciendo que el sonido de mis vertebradas retumbe levemente por entre las paredes. Con una mano recorro las cortinas, para que la luz entre completamente al cuarto y las niñas comiencen a despertar, pero eso quizá no va a pasar. El sol se escode entre tanta nubes del cielo, por lo que el día es algo gris y gélido. Hasta parece que después de tanta melancolía hemos cambiado el clima.
—Niñas, está lloviendo—murmuro algo escéptica.
Ninguna de las dos contesta y yo sólo miro la pequeña brizna que se ha soltado por la ciudad; observo como el aire hace danzar a los arboles y cómo el asfalto brilla gracias a el agua y el sol. La gente anda con botas de lluvia, con impermeables y sombrillas, pero para ellos esto parece muy normal, es como si en plena primavera esto fuera normal. Creo que cada continente tiene muy, muy, muy diferentes las estaciones del año.
Me paso una mano por el cabello intentando peinarlo un poco y me pongo de pie, sólo para lanzarme sobre la cama de las chicas. Escucho como Lauren maldice por lo bajo y Lu parece no le molesta tenerme encima de ella.
—¿Escucharon lo que dije?—pregunto.
Lauren levanta la cabeza, medio dormida y despeinada. Con su ceño fruncido, me incita a que repita lo que he dicho. Suelto un suspiro y me pongo boca abajo, en una posición más cómoda. Me paso la lengua por mis labios secos antes de hablar.
—Está lloviendo.
La castaña bosteza y parpadea continuamente gracias a las pequeñas lágrimas que se le acumulan en los ojos.
—No te creo—habla.
No digo nada, sólo señalo con mi mano la ventana, donde se aprecia el día gris y la razón por la que el cuarto está un poco más frío de lo normal. Su boca queda un poco entre abierta mientras sus ojos no dan crédito a lo que ve.
—¿En primavera?—pregunta confundida.
Asiento.
—En plena primavera—respondo.
—Eso explica porque sentí algo de frío en la madrugada.
Lu lanza un pequeño gimoteo antes de removerse un poco y como puede, se acuesta boca arriba. Veo que le cuesta un poco moverse y me siento en la cama para dejar sus piernas libres. Cuando está en una posición cómoda, resopla un poco para apartar el cabello que le cubre la cara y después habla:
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El viaje de Gres
Roman pour Adolescents-¿Crees en el destino?-atinó a preguntar el chico. Tenía una mirada tan curiosa y llena de intriga, pero ella no lo notó, sólo observó la vista frente a ella, pues era algo que tenía que guardar en su mente para siempre; quizá era la última y única...