Capítulo 4. "Una historia"

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La cama se siente bastante incómoda, las sábanas comienzan a sofocarme y por primera vez en dos días, quiero llorar de nuevo. Algo en mi pecho se oprime y parece que la única solución es desplomarme por un rato. Pero no quiero hacerlo, no quiero llorar por él. Limpio rápidamente las lágrimas que se han esparcido por mis mejillas y noto como las mangas del suéter gris se han puesto húmedas después de unos segundos. Escucho los sollozos de mi boca que, en intentos vanos, reprimo.

Mamá me ha dado un buen sermón, pero no logra quitar el pequeño nudo que se me forma en el estómago cuando pienso en mi ex novio. A decir verdad, siento que nada va a quitarlo en un buen tiempo, es como si hubiera entregado una parte de mí y ahora me está costando vivir sin aquel pedazo. Y eso, me resulta ilógico cuando recapitulo la cantidad de veces que me han roto el corazón o que han destrozado las pequeñas ilusiones que han formado en mí.

Es la persona no el tiempo.

Frustrada, me paso las manos por la cara, como si quisiera alejar todos los pensamientos que me pesan y todas las lágrimas que amenazan con secundar a las que he secado. Miro la oscuridad del cuarto y me entretengo en el silencio del lugar por un rato; escucho mi respiración, ignoro lo pesado que se sienten mis párpados y me concentro en los sonidos de la calle para alejar el dolor de cabeza. Me muerdo los labios, provocando que el dolor de mi corazón se vea opacado por el dolor en mi boca.

Unos treinta minutos después, cuando siento que mi respiración se ha regulado, tomo el celular que descansa sobre mi pecho. Observo que pasa de la media noche. Busco el chat de Elizabeth, quizá hablar con ella por un rato me regrese el sueño y un poco de calma.

> ¿Estás despierta?

No pasan ni tres segundos cuando noto que aparece la leyenda "en línea" y enseguida "escribiendo", justo alado de su foto de perfil.

>Así es, ¿cómo sigues?, ¿qué tal el esguince?

>¿De qué rayos hablas, Lizzie?

>¿No lo recuerdas? El esguince que sufriste saliendo de cálculo.

Mi cabeza recrea una escena donde yo me lastimo el pie y otra en la que Elizabeth intenta sonar triste mientras le explica la mala noticia a nuestro jefe y él, muy tranquilo y comprensible, dice que no hay problema en que falte. Lo gracioso de esto es que, no sé si después de aquella historia barata me ve obligada a caminar como si de verdad me doliera el tobillo. ¿En cuánto tiempo se recupera de un esguince? ¿Y en cuánto de un corazón roto?

Desde que entré a trabajar en aquel lugar por cuestiones de dinero, no fue difícil darme cuenta de sus miradas coquetas y sus intentos por entablar una conversación conmigo cuando no estaba ocupada. Jamás creí que ocuparía el cupón de "le gustas, tienes que aprovechar eso a tu favor". Esa era la justa razón por la que Michael siempre intentaba ir a recogerme al trabajo: siempre quiso marcar su territorio. Y no es que el hombre que es nuestro jefe sea alguien feo, claro que es apuesto y quizá sólo me lleva unos diez años, pero esos son líos fuera de mi radar y algo que no quiero pensar en voz alta ¿Yo saliendo con alguien mayor? Pues ya lo hice y no resultó muy bien la cosa.

Regreso a la conversación y le sonrío a la pantalla.

>Te debo una.

>Sabes que lo haría sin pensarlo, tú lo hiciste por mí... varias veces.

>Eso hacen las amigas, así que te veo en el infierno.

Me rio por lo bajo. Inconscientemente recuerdo las veces que tuve que hablar con su madre y que Josh fingiera ser mi padre, diciendo que todo estaba bajo control y no nos quitaría el ojo de encima. ¿Cómo es que la vida a veces se pasa tan rápido y otras tan lento? Como me gustaría regresar a los días en los que sólo salía con ella y nos divertíamos como nunca. 

El celular vibra en mis manos.

>Saliendo un poco de tema y aprovechando por si no te veo en la mañana, ¿quieres ir a una fiesta mañana?

>Elizabeth...

No puedo evitar suspirar al leer su mensaje.

>Yo sé que no estas de humor, pero mañana tienes el día libre y yo pedí permiso para acompañarte en tu "recuperación". Incluso mamá ofreció llevarnos y recogernos.

Justo cuando pienso que mi amiga no puede ser más lista, saca otra carta de la manga y me restriega en la cara que tiene un full mientras que yo, sólo tengo un estúpido par.

>No creo que salir de fiesta sea lo mejor.

>Habrá alcohol, puede ser mejor.

>Es lo último que quiero, West: una resaca y mi sufrimiento acompañándolo.

La leyenda "escribiendo" se queda casi congelado en la pantalla y no puedo evitar ponerme nerviosa ante su posible respuesta o incitación para que acepte ir a una fiesta. ¿Qué tan mala idea puede ser? ¿Y si me encuentro frente a frente con él? ¿Y si lo veo con ese "alguien más"?

La respiración se me vuelve a cortar mientras lo imagino de la mano de alguien más.

>¿Cuándo fue la última vez que te divertiste de verdad?

>Creo que hace un mes.

>Corrección, ¿Cuándo fue la última vez que hiciste cosas de adolescentes? Como bailar y besar desconocidos, embriagarte y no preocuparte si tu estúpido ex novio te reprochaba todo.

Touché.

La mitad de mis años más divertidos, como diría mi madre, estuvieron enfocada en una persona que ahora no le interesa nada más de mí. Y ciertamente, jamás fui a una fiesta en la que bailara con desconocidos o me besara con unos cuantos, ya que a la única fiesta que iba con la intención de vivir la vida, apareció el tonto amigo de mi hermano preguntando por él.

El corazón se me hace pequeñito: creo que ahora, no tengo una historia que contar. Creo que todas las historias de las que me podría reír algún día, se las ha quedado él. 

>¿Por qué no intentas recuperar un poco de la buena vida?

Quizá por eso me ha dolido tanto que se vaya, se ha llevado consigo la buena vida que nunca podré recuperar y tampoco vivir. Se la llevado la historia que hemos formado juntos.

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No morí jejeje

Ya sé que el capítulo es corto, pero tuve que dividirlo con lo que sigue porque si no quedaría muy largo, en unos minutos subo el capítulo 5 jiji

¡Muchas gracias por darle una enorme oportunidad a la historia y por apoyarl!

Las amo.

El viaje de GresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora