Capítulo 5. "Mi mejor teoría"

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La mamá de Lizzie nos recoge de la escuela a eso de las cuatro de la tarde y vamos a su casa a dejar mi pequeña mochila con ropa. Había pedido permiso para pasar la noche en casa de mi mejor amiga, algo así como noche de chicas, y mamá no se opuso en lo absoluto. Claro, la parte de que iríamos a una fiesta y todo lo que pudiera pasar esa noche, era información confidencial. Ya que en esas circunstancias no me me dejaría salir de la casa. Digamos que mi hermano Chad fue y es un desastre cuando de superar a alguien se trata, por lo que asumo que quiere evitar a toda costa que aquellas historias se repitan conmigo. Y no la culpo, si de por si alguien con el corazón roto es alguien difícil de tratar, no me imagino intentar razonar con alguien ebrio y herido.

La madre de mi mejor amiga nos preparó algo de comer antes de que diera la hora de la fiesta. Por un segundo, me sentí una niña de dieciséis años antes de asistir a su primera fiesta en la preparatoria. Sin embargo, no es mi primera fiesta y estoy a tan sólo dos pasos de cumplir veinte años.

Veinte maravillosos y desastrosos años.

No me había detenido a pensar que, pronto sería mi cumpleaños y que, mi vida no ha sido lo que he querido. Por un segundo, siento que el tiempo se me está yendo y no he podido detenerme a disfrutar un poco por estar en aquella capsula "disfrutando" con Michael, rechazado tardes de fiesta con amigos de la universidad y por querer trabajar para complacer todo eso que mis padres no pueden. Y ahora, me va a costar tanto acomodar mi vida, que voy a dejar pasar de nuevo el tiempo y mi siguiente cumpleaños será lo mismo, entonces comenzaré a envejecer y no tendré nada interesante que contar.

Deja de ser tan exagerada.

Es cielo está oscuro, la noche está un poco fresca y el vestido de Lizzie comienza a incomodarme. Las personas que logro ver a lo lejos ya parecen alcoholizadas y no me sorprende ver gente tirada por ahí diciendo incoherencias o vomitando. Me siento tan expuesta observando todo mientras Lizzie discute con su mamá y yo lucho por bajar un poco el vestido.

—Regreso por ustedes a la una.

—A las 3—pide ella.

—Vengo por ustedes al cuarto para las dos, tómalo o déjalo—la señora West se cruza de brazos—. Dudo siquiera que alguien siga vivo a media noche.

Concuerdo con ella.

—De todos modos, te llamo si esto muere antes de la hora planeada, mamá.

Nos despedimos de su madre y suspiro antes de caminar hacía la pequeña casa. Los pequeños tacones de mi amiga resuenan por la acera mientras que mis tenis sólo suenan como golpes secos casi ahogados por la música. Nos abrimos paso entre las personas y mi amiga rápidamente va en dirección a la mesa de las bebidas, está llena de botellas casi vacías y al menos hay dos sin abrir. Hay tantas cervezas como lo habría en una tienda. La música del lugar se encierra en la pequeña sala y por un segundo me aturde. Por alguna razón, me siento tan ajena al lugar, que me da un poco de ansiedad.

Mi amiga no pierde el tiempo en observar el lugar,  con manos ansiosas, toma una botella de whiskey y lo sirve en dos vasos. Me mira con una grande sonrisa llena de emoción. 

—¡Por aceptar venir a una fiesta! —grita sobre la música mientras extiende su brazo para poner un vaso morado frente a mí.

Vaya, que rápido se ambienta esta chica, yo apenas  puedo respirar con tantas personas a mi lado. Antes de poner los labios en el vaso, huelo el contenido y no puedo evitar tener una pequeña arcada ante el fuerte olor a alcohol.

—Voy a vomitar, Elizabeth—intento gritarle para que mi voz se escuche

Ignora totalmente mi comentario y veo que empina la cabeza. De un rápido movimiento deja el vaso vacío. Yo no puedo, las náuseas regresan a mí cada que el olor pasa por mi nariz.

El viaje de GresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora