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El no haber dormido un poco no ayuda en pensar con claridad cómo es que le di el mensaje incorrecto a Michael. Estoy segura que nunca le di una respuesta afirmativa y que mi lenguaje nunca le dijo que era bienvenido, porque varias veces le dije que ni siquiera quería verlo cerca ¿así que en qué momento le dije que aceptaba ir al baile de graduación con él? no tengo idea.
La casa quedó como si nunca hubiera pasado una fiesta ahí, incluso quedó más limpia de lo que nunca había estado. Olía a dulzura de verano mezclado con sueño de primavera; era un aroma extraño pues la mezcla de aromatizantes no era la mejor, pero el aroma a vino y a sudor había quedado atrás.
No sé si mis padres ya ha regresado a casa, pero mis hermanos y yo dormimos lo suficiente para irnos a la escuela sin el corazón en el puño. Era una preocupación menos y la que justamente dejaba espacio a una nueva: mi examen de química.
Cuando la profesora de química me niega la entrada al examen final del periodo, siento que la cabeza se me nubla en segundos.
—¿Por qué?—me quejo— Le justifiqué mis faltas, he entregado los trabajos...
—Llevas dos exámenes reprobados y uno lo dejaste totalmente en blanco—me mira con severidad mientras se cruza de brazos, bloqueándome la entrada al salón—. Cuando dimos la evaluación se mencionó que con dos exámenes reprobados te ibas a primera vuelta de final. Por regla, ya no puedo permitirte realizar este examen.
He aprendido que cuando las manos me tiemblan y que mis inhalaciones en vez de mantenerme viva me ahogan, sé que debo cerrar los ojos y calmarme si no quiero terminar llorando en el baño. Pues lo ataques de pánico se han vuelto muy recurrentes porque mi cabeza parece no descansar con tantos pensamientos autodestructivos. Y justamente, las manos comienzan a temblarme.
Tengo que apretar los puños para que el pánico no me controle. Aunque es un poco difícil el concentrarme en regular mi repiración, pues estoy totalmente consiente de que la gente me mira; Scott y Chris me miran, dolidos de que no les dirija la palabra desde hace algún rato. Y es que, sin pensarlo, preferí alejar a todos para no termina por arrastrar a más personas a mis problemas.
—¿De verdad no hay oportunidad alguna?—le suplico, tirando lo último de la esperanza que tenía conmigo.
—Lo siento.
Es lo último que dice antes de retroceder un paso y cerrar la puerta con suavidad. Observo la imitación de madera antes de inhalar profundamente y exhalar hasta que mis pulmones se encojen. Aprieto los labios y los muerdo con fuerza cuando la barbilla me tiembla. Se aproxima un ataque de pánico y no sé a donde correr.
Me siento derrotada al saber que es posible que repite nuevamente una materia y que eso hace posible que me atrase un año para salir de la universidad. Casi puedo escuchar a mis padres diciendo que es culpa de mi necesidad de dinero, pues mi única obligación es estudiar y llevar a casa buenas calificaciones.
—Grecia.
Entre tantas cosas rondando por mi mente, escucho una suave voz y observo la figura de Britanny a mí costado. No puede pasar desapercibido el hecho de que ahora tiene una sonrisa un poco esperanzadora, lo que significa que trae consigo buenas noticias. Eso ayuda a que el desastre se pause un poco.
—Hola—saludo.
Me doy cuenta que mi voz está llena de estrés y cansancio a comparación de la suya, que es relajada y tierna al mismo tiempo.
—¿Mal día?
Me encojo de hombros sin poder evitarlo.
—He tenido peores—respondo casi por inercia.
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El viaje de Gres
Teen Fiction-¿Crees en el destino?-atinó a preguntar el chico. Tenía una mirada tan curiosa y llena de intriga, pero ella no lo notó, sólo observó la vista frente a ella, pues era algo que tenía que guardar en su mente para siempre; quizá era la última y única...