Cuando solía salir a cenar con Michael, mi pequeña ciudad me parecería mágica de noche. Me gustaba la tranquilidad que se sentía con pocos carros transitando las calles, adoraba observar como las farolas se reflejaban en los charcos de agua provocados por la lluvia; y me encantaba ir en el asiento de copiloto, escuchando las canciones que Michael adoraba y cantaba en voz baja, mientras yo sólo observaba por la ventana las casas y los edificios, sintiendo el aire en la cara y brazos. No sé si me gustaba el lugar o la magia que sentía cuando estaba con Michael. No sé si extraño aquellos paseos nocturnos o reír junto aquella persona que creí, sería mi todo.
Me muerdo el labio cuando la sensación de dolor me ataca gracias al caliente líquido. Me paso los dedos por la zona afectada para ver si me ha pasado algo. Cuando noto que mi labio sigue igual, comienzo a soplar por entre el pequeño hueco de la tapa que hay en el vaso. Las chicas que van detrás de mí, hacen lo mismo para enfriar un poco su bebida, aunque no se han quemado como yo. Las campanillas que cuelga sobre la puerta del Starbucks, suenan cuando Lu sale del local y se frena mi lado. Nos detenemos en la acera, esperando que el semáforo se ponga en rojo para poder cruzar hacia la zona residencial frente a nosotras.
Si creía que mi ciudad era mágica de noche, esto es otra historia. Praga de noche parece sacada de alguna película, pues es tan irreal, que mi corazón se acelera cuando miro la arquitectura del lugar y las elegantes farolas iluminando con su brillante luz. Las personas que van de aquí para allá irradian felicidad, haciendo que la vibra del lugar sea de total tranquilidad. No hay mucho sonido a pesar de la multitud y de los carros, es como si todos entendieran que la noche es más para admirar que para hablar. Aquí es, simplemente más que perfecto; es mi lugar ideal. Todos son amables, nadie se anda gritando el uno al otro y todos son responsables en lo que hacen.
Gres, tu podrás ser de todo, menos responsable.
Cruzamos la calle junto con otro par de personas y después de unos minutos caminando, nos detenemos a observar la V Tower, que es el último destino de hoy. El edificio es una simple construcción con forma de "v", en medio de una zona no tan turística. Y la razón por la cual, el edificio está incluido en las atracciones del recorrido, es el hecho de que es el edificio residencial más alto de Republica Checa, lo cual no me sorprende en absoluto, pues en mi país, los edificios residenciales pueden ser casi lo doble de altos. Aunque he de admitir, que desde el lugar se ha de poder admirar la ciudad de una manera única.
—No creí que habría algún Starbucks por aquí—dice Lauren después de darle un sorbo a su bebida.
Lu aparta la mirada de la construcción sólo para responder:
—Estamos hablando de una cadena de café comercial gigante, ¿por qué no lo habría aquí?
Ambas le dan una rápida mirada al vaso blanco que sostienen.
—Porque Praga es un lugar muy... sofisticado—explica la castaña con algo de duda.
—Amiga, si pudieran poner una sucursal en el desierto, lo harían—dice con algo de humor.
—Pero no creo que genere las ganancias suficientes—digo—, no es como que haya mucha gente en el desierto.
—Sería en un punto estratégico—explica—... o quizá sí sería mala idea.
Se lleva una mano a la barbilla, reflexionando lo que ha dicho. El cabello de Lu vuela un poco cuando se gira a observar el lugar.
—Aunque en una ciudad como esta, llena de turistas y gente con dinero, no creo que pierdan la oportunidad de poner varios negocios—dice, al cabo de unos segundos.
Lauren abre los ojos como si una idea brillante acabara de pasar por su mente. Traga el líquido que tiene en la boca y pregunta
—¿Creen que haya algún McDonald's? extraño comer ahí.
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El viaje de Gres
Ficção Adolescente-¿Crees en el destino?-atinó a preguntar el chico. Tenía una mirada tan curiosa y llena de intriga, pero ella no lo notó, sólo observó la vista frente a ella, pues era algo que tenía que guardar en su mente para siempre; quizá era la última y única...