Probablemente ha pasado más tiempo del que creo, pues últimamente no tengo idea del día o de la hora en la que vivo, sólo siento que voy por ahí; respirado e intentando conseguir el suficiente dinero para huir un rato.
Después de tantas horas de sueño perdidas, todo este plan parece una pérdida de tiempo y Josh me ha recomendado que mejor aproveche el momento y aprenda a vivir con lo que tengo enfrente; que mejor aproveche el "hoy" o se me irá igual que el futuro incierto que tanto quiero. Pero ahora, aquí estamos, Lizzie y yo sentadas en la alfombra beige de mi cuarto, con el corazón en un puño contando el dinero recabado.
—Dos mil cuarenta y ocho—finalizo.
—¿Cuánto dinero necesitas?
Me muerdo el labio inferior y no puedo evitar mirar con desilusión el dinero. Tanto esfuerzo para tan poco.
—Si mis cuentas son correctas, tres mil quinientos dolares.
Lizzie chasque la lengua mientras estira su brazo para tomar la mochila. Saca su billetera roja y extrae un billete de entre los bolsillos, lo deja caer junto al montón de dinero que hay entre nosotras. Me mira esperanzada, con una pequeña sonrisa que hace que mi corazón se contraiga.
—Bueno, sólo son dos centavos para completar los dos mil cien dólares—me aliente.
—Lizzie, no voy aceptar tu dinero—tomo el billete e intento devolvérselo, pero ella se niega rotundamente.
Me da un manotazo cuando intento regresarle el dinero por segunda vez.
—Si intentas devolvérmelo de nuevo, te cortaré la mano.
—Lizzie...
—Ya dije—sentencia.
Lizzie es la clase de persona que te extiende la mano cuando no puedes seguir adelante. Y te extiende la mano incluso cuando ella tampoco puede; ella es la clase de persona que tiene suficiente brillo para compartir. Cuando nos conocimos en la preparatoria quizá fue por mera casualidad o el destino, pues siempre llegaba corriendo y siempre se sentaba en el asiento a mi lado. Las primeras veces que la vi, creí que me caería mal y que jamás le dirigiría la palabra. Sin embargo, un día cualquier fue mi pareja para un trabajo de física, en donde me di cuenta de lo linda y amistosa que era. Desde ese momento nuestra historia como mejores amigas, comenzó.
—¿Crees que tus padres te presten el dinero que falte?—pregunta, un poco desilusionada.
Me paso las manos por el cabello que se ha salido de la coleta y me dejo caer en el piso, rendida y abatida.
—Quizá y si—responde—. Todo depende si quieren adelantarme mi regalo de cumpleaños.
—Aún queda la opción de pedirle a Josh—me recuerda.
—Creo que con él será más difícil, ya sabes, quiere comprar su departamento lo más rápido posible.
—Quizá podría decirle a mis papás...
—Ni loca—la corto—, eso si que no. Eso ya es otro nivel de desesperación al cual no voy a recurrir.
Escucho a mi amiga suspirar.
—O tendrás que aplazar esto un poco y seguir ahorrando.
¿Aplazarlo todo? ¿Dejar atrás mi sueño? quizá sea lo mejor. O quizá sólo necesito dormir unas horas y analizar mis opciones.
ESTÁS LEYENDO
El viaje de Gres
Novela Juvenil-¿Crees en el destino?-atinó a preguntar el chico. Tenía una mirada tan curiosa y llena de intriga, pero ella no lo notó, sólo observó la vista frente a ella, pues era algo que tenía que guardar en su mente para siempre; quizá era la última y única...