"18"

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"Godamn, manchild
You fucked me so good that I almost said,
'I love you' "
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—¡Martín!—grito desde la entrada del apartamento abriendo con premura la puerta principal—. ¡Me voy!

Podría asegurar que ni siquiera le ha alcanzado el eco de mi voz cuando ya estoy cerrando la puerta, y una pizca de tiempo más adelante, me lanzo escaleras abajo, rehuyendo al posible segundo interrogatorio del día.

Hace horas que le comuniqué mi intención de salir en la noche, una cena cualquiera, no se opuso para nada, hasta que el celular comenzó a sonar dentro del bolsillo del abrigo. Todavía con la mente sobrevolando el cielo con lo ocurrido la última noche, extraje el aparato delante de los ojos de mi hermano.

No habría problemas, si no fuese por el prepotente grito de Hera exigiendo detalles de mi cita con su hermano rompiendo la bocina.

La migraña fruto de la perorata de Martín sobre las intenciones ocultas de los chicos, las mentiras, el 'ganar terreno para conseguir una cosa' me hizo plantearme cancelar la salida, con dos pastillas, y la cabeza metida bajo la almohada, en media hora obtuve alivio y pude continuar con mis cavilaciones, incluso sirvieron como efecto calmante, no tuve taquicardia al contestar la segunda llamada de Hera y escuchar su chillido cuestionándome la razón de callarme la situación.

No me deseo más que suerte y que recuerde que ella me quiere mucho.

Toco el primer piso con la punta del pie, entrando en una vorágine de los exactos pensamientos de estos dos días.

Saldré en una cita con Eros. Mi primera cita oficial... y será con Eros. Si alguien me hubiese dicho dos meses atrás que estaría así de emocionada por verlo, no me le hubiese reído en la cara; le hubiese dado la espalda y llamaría al psiquiátrico más cercano para que pasasen a recogerlo.

Tuve una conversación conmigo misma en la madrugada, cuando Eros abandonó mi habitación, procurando sincerarme y para resolver el nudo de pensamientos, tuve que escribir una checklist en un post it solo para conocer que tenía más peso para mí.

¿Deseo verlo por ser él, por la comida gratis o el posible encuentro sexual?

Deduje que cada división contribuía equitativamente en el desenfreno que me arropa siempre que rememoro sus besos, sus ojos y su voz pidiéndome una oportunidad.

Salgo del edificio montando una fachada de confidencia, para ser sincera, no comprendo la razón de mi estado nervioso si ya lo he visto en esos momentos dónde la ropa sobra y el contacto jamás es suficiente. Pero heme aquí, con retorcijones en el estómago y el constante pensar que si continup sintiéndome así, le vomitaría encima.

Toda la realización de la situación me cae como un golpe a la cabeza al atisbar la camioneta frente al edificio. Me sorprende no encontrar la puerta abierta y sin permitirme claudicar, la abro por mí misma y es a causa de la vista que me atrapa que comprendo el motivo del misterio.

Un ramo inmenso de rosas rojas envueltas en papel beige yace encima del asiento copiloto, tan opulento y hermoso que encaja perfecto con la personalidad de Eros. Pasmada por todo aquello que el detalle me ha producido, lo tomo entre mis brazos como si se tratara de un bebé y con dificultad me subo al auto, cerrando la puerta detrás de mí.

—¿Son para mí? Bueno, por supuesto—me echo a reír, oliendo sin disimulo las flores. Levanto la vista ojeando por primera vez en la noche al precioso espécimen de a mi lado. Todavía con la nariz hundida en los pétalos, añado en tono de broma—. Están tan bonitas como yo.

The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora