Pisadas apremiantes, risas explosivas, el click repetitivo de un bolígrafo, el paso de las hojas. La Hipersensibilidad de mi cabeza a causa de la migraña me agudiza los sentidos, me complican la simple tarea de mantener la cabeza arriba y la espalda recta.Hace unas horas salí de casa de Eros, en su compañía directo al instituto, luego de la mañana atropellada de desvaríos. Él sobre la alfombra, yo sobre él, con el cuerpo adolecido por la postura.
No hubo desayuno y apenas tuve oportunidad de meterme bajo la ducha a quitarme el olor a alcohol y cigarrillo. Nada me cubre bajo el mismo pantalón de anoche, encima del torso llevo un abrigo suyo que me queda tan largo como un vestido. Alguien chilla, presiono con más fuerza la yema de los dedos en la sien y arrugo el viso al recordar la reprimenda de Martín en el camino, interrumpido por la descarga de batería del celular.
Recuerdo cada palabra, gesto, sonrisa y el corazón me late desenfrenado. La piel se me eriza al rememorar los besos lentos, profundos, las delicadas caricias, y mis insinuaciones carentes de inocencia, rechazadas a la primera.
Me gustaría retroceder un día, no para cambiarle algo, si no para vivirlo todo como si fuese la primera vez.
Recuesto la cabeza en los brazos, despacio, me acerco al aroma a lavanda de Lulú, robando la tibieza de su cuerpo. Ella detiene los dibujos en la libreta para desprender un beso en el costado de mi cabeza. El gesto me saca una sonrisa, misma que crece al oír las quejas de Hunter contra Eros, exigiéndole que libere su puesto junto a Hera, pero el rubio se niega rotundamente.
—Presten atención, ¡oigan! ¿Quieren en una graduación decente sí o no?—el grito filoso de Christine se clava en mi cabeza como un cuchillo.
Se alza un penoso silencio, creí que Arletta por fin llegó y les cerró las bocas, pero segundos después una marea de carcajadas llenaron el aula.
—¡No!—se oye al unísono.
No necesito mirarla para saber que se ha encogido de hombros.
—Pues yo sí y es lo que importa—decreta derrochando altanería—. Necesitamos recolectar más dinero, esta vez es para el fin de semana en Miami.
Se escucha un bufido escéptico grupal.
—¿Más? ¿No fue suficiente con el fiestón de Halloween?—inquiere un escéptico Cosbey.
—No, Cosbey, no lo fue. ¿En qué burbuja vives?—responde Irina.
Esto está tomando buena forma. Yergo la cabeza y llevo la vista al par de chicas frente a la clase, ambas apoyando la espalda baja en el escritorio, con los brazos cruzados y semblantes aburridos.
—A mi me parece que se lo robaron ustedes—interviene Joaquín, quejumbroso.
La presunción incluso me ofendió a mí, que no tuve nada que ver con la preparación de nada. Christine forma una perfecta O con los labios a la vez que Irina empuña las manos de uñas cuidadosamente arregladas.
—No lo hicieron, yo llevo las cuentas, idiota—repone Hera.
Patrick voltea a verla con la mirada entrecerrada, la señala con el bolígrafo.
—¿Te lo robaste tú?
Un par de risitas se oyen al fondo, capaz se han dado cuenta lo estúpido que ha sondado eso. Traslado la vista a los chicos a mi espalda al percibir la carga de tensión, mientras Eros tuerce el cuello hincándole la vista a Patrick que ni aunque el mismo Jesucristo descienda de los cielos, se permite demostrar intimidación. Hera por su parte sonríe altiva, escudriñándole de arriba abajo, como si no creyera que hubiese sido capaz de decir esa reverenda estupidez.
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The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍAS
Teen Fiction《COMPLETA》 Sol solo tiene en mente conseguir cupo en la universidad de sus sueños, Eros, de obtener su puesto como CEO en la compañía armamentista de su familia. Y a Sol. Ambos de personalidades fuertes, se ven envueltos en una relación de altos y b...