—¿Se enteraron del último chisme?—masculla Shirley, luego de perder los últimos minutos ojeando a través de la puerta—. Martha la cajera de la tienda de ropa de bebés se acuesta con Ronald, el novio de Katy, la cajera de la tienda de al lado.
Nelson posa una mano en la cadera, examinando a Shirley de arriba abajo. Ella le mira con las cejas arqueadas y una mueca desdeñosa en los labios que hoy lleva maquillados de morado. Resaltan un montón de su piel oliva, le queda muy bien.
La caja registradora imprime los recibos del día y con la vista clavada en Shirley, le paso el largo papel a Randall quién se ha ofrecido ayudarme con el cuadre para salir más temprano. Necesito dormir cuánto antes.
—¿Cómo sabes eso o qué?—lanzo la pregunta sosteniendo el lapicero entre los labios.
Shirley echa un vistazo por encima del hombro como si alguien aparte de nosotros pudiese oírla. Recorre la distancia que nos separa, dejando el mostrador en medio. Nelson le ancla la mirada como si fuesen garras, le jode que estemos como cotorras hablando del resto de personal del centro comercial.
Mi amiga entorna los ojos y humedece el trapo para terminar de quitarle el polvo a los videojuegos que Nelson sacó del almacén para exhibirlos y solo cuando él vuelve a su agujero, estampa el paño contra el cristal y se inclina sobre la vitrina.
—Se lo escuché decir a Claire la de servicio de limpieza de piso uno—farfulla a centímetros de mi cara. Randall resopla y el bolígrafo cae de mi boca—. ¡Los vio besándose en el parqueadero!
—¡No te creo!
Asiente múltiples veces con tal ímpetu que varias hebras del flequillo se le enredan al cabello en la cima de su cabeza. Subo una mano al centro del pecho, elevando la comisura de la boca.
—Sinvergüenzas.
—¿Y Katy sabe?
Ahora niega, y el flequillo regresa a su lugar.
—No, ¿será que le enviamos un papel anónimo?
Abro los labios para contestar pero la voz de Randall me detiene.
—No se metan en eso, no es su problema—murmura, ensimismado en las cuentas que debería estar haciendo yo.
Recojo el lapicero del piso para ayudarle, anotando en mi mente jamás volver a ponerlo en mi boca. Shirley pega un puñetazo en el cristal de la vitrina que me saca un brinco, el bolígrafo se me escapa de los dedos y regresa al piso. Respiro hondo antes de darle un puntapié y hacerlo rodar bajo el mostrador. Allí se quedará hasta que a Shirley se le ocurra barrer.
—Mira, Randall, yo me meto en lo que a mí me dé la gana—contesta mordaz, retomando la limpieza de la vitrina.
Me aclaro la garganta, un par de ojos café y otros grises enfocan la vista en mí.
—Mejor conseguimos evidencia fotográfica y ¡pam! Se la enviamos con alguien.
Shirley me apunta con un dedo mostrándose de acuerdo, a diferencia de Randall que frunce el viso demostrando lo opuesto. Ya sé que no es mi problema y sé que tengo cosas más importantes de las que ocuparme, sin embargo, las cosas por aquí han estado muy aburridas y además de darle un toque interesante, Katy se enteraría lo que su novio hace a escondidas.
Jamás he visto a Katy en mi vida, pero seguro que no se lo merece.
Nelson sale del almacén sosteniendo la carpeta de inventarios. Mira de hito en hito a Shirley y luego a mí, un segundo después entrecierra los párpados y dobla los labios antes de encaminarse al mostrador que da al pasillo. Shirley y yo nos miramos un momento más, levanta el dedo pequeño, le imito y hacemos una pinky promise de lejos.
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The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍAS
Teen Fiction《COMPLETA》 Sol solo tiene en mente conseguir cupo en la universidad de sus sueños, Eros, de obtener su puesto como CEO en la compañía armamentista de su familia. Y a Sol. Ambos de personalidades fuertes, se ven envueltos en una relación de altos y b...