"14"

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"I think I'm too cool to know ya
You say I'm like the ice, I freeze
I'm churning out novels like
Beat poetry on amphetamines"
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  —No volveré—Lulú, pese a que aún moquea, se las arregla para sonar segura—. En poco cumpliré la mayoría de edad y si en este lapso se atreven a buscarme, interpondré una denuncia contra Henry—Lulú hace una pausa para exhalar y poder continuar—, y contra ti.

Cuelga. Lágrimas espesas se desparraman por sus mejillas intensamente coloradas, la vista me lastima, tanto que apenas puedo respirar. Saber que no lo están a causa de su sonrojo, si no debido a los golpes, me vuelve el corazón demasiado pequeño.

Hunter la aferra a su costado con fuerza, como si quisiese sorber el dolor de ella. El olor a antiséptico sigue adherido a mi nariz, a pesar de que ha pasado más de una hora desde que el doctor particular que atendió a Lulú se marchó.

No escuchamos la voz de Eros en el toda la vía, se limitó a ayudarme con Lulú y sus heridas mientras Hera y Hunter abandonaban el club y venían hasta aquí. Cuando Lulú le aseguró que se encontraba bien, se encerró en su habitación.

Nunca había tenido el infortunio de conocer el lado alterado de Hera, Hunter, tan diferente a la reacción que tuvo ella de querer correr a la estación policial más cercana, secundando mi idea, se enfrascó en abrazar a Lulú sin cuestionamientos y ella le agradeció en silencio.

Lulú se negó a ir al hospital, no quería rendir explicaciones y como Hera no se quedaría en paz hasta saber que todo estuviese lo mejor que se puede en un caso como este, llamó a un doctor de confianza que visitó la residencia tan pronto como pudo. Le receto antiinflamatorios, analgésicos y le advirtió que si sentía muchos dolores de cabeza o problemas con la vista, que lo más recomendable es acercarse a una clínica.

Henry la golpeó en el rostro múltiples veces, rotundas bofetadas, golpes compactos golpes en las costillas, a lo largo de sus piernas. Desde mi lugar custodiando la puerta de la habitación de Hera, me percato de que esa dolosa postura encorvada que ha adquirido, en el transcurso de cada hora, le ha reducido un centímetro de estatura.

Luce pequeña, acongojada, mis brazos arden por abrazarle y brindarle consuelo, pero lo último que deseo es lastimarle con mis bruscos intentos.

Lo poco que ha podido mencionar entre balbuceos, la agresión de Henry se desató al no conseguirla en casa, ha salido de fiesta sin su permiso.

Odio puro, crudo y verdadero lo he sentido en contadas ocasiones, Henry Spitter se corona con el primer puesto.

—Todo estará bien, estamos contigo—musita Hunter—. No vamos a permitir que se te acerque, no te dejaremos sola.

Mi fortaleza se sacude al atestiguar la escena. Lulú asiente débilmente, intentando convencerse a de que será así. Hera le tiende un conjunto de pijama que ella recibe con una torcida de labios que no se completa en sonrisa.

—¿Podemos dormir ahora?—un sollozo corta sus palabras, ella se lo traga en un suspiro diminuto.

—Esto deberían conocerlo las autoridades, Lulú—insisto, ella niega con fervor y mucho pavor.

—No, en un mes cumpliré dieciocho años, me van a encerrar de nuevo con ellos, no quiero eso.

—Pero, Lulú...

—Sol—su frágil voz me interrumpe—. Solo quiero descansar.

El pálpito de la incertidumbre y el miedo no decrecieron, pese a la filosa necesidad de tomar acciones mayores, su rostro pálido, demacrado producto del llanto y el pasmo de lo ocurrido, dibujan una línea que no me permito pasar. Deseo ayudarla, no empeorar su estado.

The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora