"20"

233K 12.5K 18.3K
                                    

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

"If he's as bad as they say, then I guess I'm cursed"
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂


No soy el tipo de personas que enfrenta sus propios problemas. Los del resto del mundo sí, me lanzo a capa y espada contra ellos, ¿pero los míos? mi cobardía me obliga a dar un paso atrás y dejar que se resuelvan solos, o en todo caso, olvidarme de ellos, hasta resultar en un acabose de emociones, consecuencia de la acumulación siniestra y perversa de la ansiedad.

Cuando ya es imposible esquivar el asunto, cuando las opciones se agotan y todas las salidas se clausuran, ese es el momento que tomo para actuar.

A estas alturas de la vida debería tener aprendida la lección, de reconocer que esa técnica evasora es mierda sobre mierda, pero no, yo sé que lo es, el inconveniente es soltarla. Incluso ahora mismo, en medio de Eros y mi hermano, maquino el escape más conveniente. En segundos pensé en fingir un desmayo, llorar desconsoladamente hasta que se harten de oírme y se larguen, correr fuera del apartamento, o hacer que he perdido la memoria.

El tiempo corre, el sonido del reloj regresa y la paciencia de mi hermano se agota.

Soy consciente y acepto mi culpa en no mencionarle a Eros las reglas de Martín, pero a mi favor—o muchísimo más en contra—, tengo la certeza de que Eros las habría roto de un modo u otro.

Giro de manera que los tengo a mis costados, el pálpito de terror al cuestionamiento de Martín cortándome la respiración. Escondo los labios retrasando el momento  y dejo el plato con las empanadas en la mesa con la promesa de regresar por ellas.

Martín al fijarse que mi intención no es dar pie a las explicaciones, deja la salsa en la mesa y luego de proferir un suspiro exasperado, adelanta un paso.

—Tienes prohibido venir aquí, quiero creer que no te lo dijo—dice, clavando la mirada saturada de enfado y molestia en Eros—. Porque eres el tal Ares, ¿no?

Él sabe su nombre, lo ha llamado por el. La vena en el cuello de Eros se engrosa peligrosamente ante la sonrisa maliciosa de Martín. Coloco una mano en mi pecho, respirando despacio. El tórax me duele de tanto martilleo del corazón.

—Eros—le corrige en un siseo nocivo—. No, no me enteré y aunque ese fuese el caso, habría venido de todos modos.

Maldita sea, no dijo eso, no acaba de decir eso.

—Algo me dice que nos llevaremos muy bien—ironiza Martín, volteando hacia mí con la mirada repleta de acusaciones—. ¿Te vas a quedar callada todo el rato o cómo funciona esto?

Ese era el plan.

Paso el nudo de la garganta, esperando el desenredo de las cuerdas vocales. Sorteo la vista de uno al otro, procesando las palabras, filtrándolas y revisándolas dos y tres veces. 

—Aclaremos algo, ni soy tu novia, no sé cuántas veces tengo que repetirlo—mi voz es un desvarío—, ni soy una mentirosa. Solo evadí información que pensaba revelar después.

Martín planea replicar, pero una luz le esclarece la mirada y enseguida temo por lo que vaya a salir de esa boca malintencionada.

—Ya que estamos aquí—sondea, reclinando un brazo sobre la superficie de la mesa—. ¿Le dijiste que Giovanni, tu ex novio, vivirá dos semanas contigo?

Tiempo de salir de aquí.

Giro sobre mis talones agachando la cabeza y apretando los párpados. Un paso es todo lo que alcanzo a tomar, pues Eros ciñe las manos a mis hombros y me hace volver a la posición.  Sin lugar a dudas, esta es una buena lección de vida; afrontaré los próximos inconvenientes a la primera, atajarlos en el primer round y no cuando anoten carrera, los noquearé con mis decisiones que decreto, serán acertadas.

The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora