No tengo que explicarlo.
Tú y yo, sabemos porque estas aquí.
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Para comprender la mayoría de estos, les recomiendo pasar primero por "Lineatus" esta en mi perfil y si vienes de Lineatus, pues hola de nuevo :)
-¿De verdad? - me acomode junto a Remus, mientras observaba como James y Peter discutían.
- Si - contesto James, nuestra vista paso a Sirius saliendo de un salón corriendo.
- Corre, corre - literalmente me levanto de un tirón y me obligo a correr, me gire un segundo para ver a la profesora Minerva caminar a paso rápido detrás de nosotros.
- ¿Ahora que hiciste? - dije sin parar de correr junto a él.
- Puede que les diera galletas especiales a los prefectos - lo mire, lo tome para girar en una esquina, el resto nos imitaron.
Seguimos corriendo hasta pasar frente al gran comedor, el resto de alumnos nos miraron, algunos se rieron por estar acostumbrados a ver nuestras correrías.
- ¿Especiales? - dijo Peter parando un poco.
- Les infló la cara - dijo James.
- Por Merlín, eres un bruto - dije dándole un golpe en la nuca.
- auch, respeta - di un paso al frente y este retrocedió cubriéndose le cabeza con las manos.
- Allá viene - dijo Remus tomando mi muñeca y obligándonos a correr de nuevo.
Llegamos a las escaleras, nos subimos a las primeras que se nos acomodaron enfrente. A pesar de que quisimos ser más rápidos, la escalera termino moviéndose, nos caímos medio piso, yo caí sobre Remus, Peter sobre James, James sobre Sirius y Sirius sobre mí.
- Quítense - dijo Remus pataleando.
Me levante mirando unos zapatos frente a mí, levante la vista topándome con nuestra profesora mirándonos algo molesta.
- Hola profesora, le he dicho lo linda que se ve hoy - empezó Sirius.
Nos levantamos mientras nos miraba fijamente, limpie mi túnica intentando no tener contacto visual con ella.
- Tu - apunto a Sirius- A la oficina del director, ahora -dijo antes de comenzar a caminar - los demás, a la sala de castigos.
- Genial - soltó Peter cruzándose de brazos.
- Es la tercera ves esta semana - dijo James acomodándose los lentes.
- Que reclamas, tu causaste dos de tres - dije acomodándome la corbata y comenzando a caminar.
- A pues si es cierto.
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