Capítulo 47

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El correo que ya había olvidado se encargó de hacerse presente en mi vida una vez más y como recompensa por haberlo omitido, involucró ahora a la persona en quien más pensaba, con quien soñaba y de quien hablaba sin voz todas las noches. Parecía que el autor me conocía de la peor manera, conocía lo que pensaba… La movilización que habíamos dejado atrás se reanudó y por lo menos teníamos seguro que la persona quien los enviaba pertenecía al campus; podía ser un estudiante, guía de campo, incluso profesores u otros trabajadores, quien fuera se estaba asegurando de no solo incomodarme con información privada de mí, sino de preocuparme al mencionar cosas que se supone que nadie sabía, esa persona conocía lo que hacía, el dónde y con quién.

Los siguientes días pasaron volando y el viernes tocaba la puerta, listo para salir con mi comité de organización en el cual por primera vez se mesclarían sexos, por lo menos eso era una buena señal y auguraba que el back to school de ese semestre fuera único e inolvidable, tal vez tanto como mi intrusión al lado de las chicas que causó mi baja definitiva en mi antigua universidad.

De alguna u otra manera había logrado estar a la cabeza de un evento en el que en realidad no estaba interesado y que de hecho, había sido mi intento de evitar una ridícula declaración y posible momento incomodo con _____,  fácil hablar pero difícil actuar; Llevaba más de veinte minutos esperando en la puerta de la salida, resignándome a que no vendrían y maldiciéndome por mi maldita puntualidad que la mayoría de las ocasiones me hacía perder tiempo y rara vez alguien más respetaba. De pronto unos gruñidos y respingos que provenían del jardín me hicieron girar y sonreír al darme cuenta de que se trataba de _____, que caminaba con fuerza pero mirando hacia abajo, malhumorada y maldiciendo en voz baja pero audible; Su cabello como siempre tan libre y ligero, se movía con cada salto y balanceo de su cuerpo. Un baile tan hipnótico para cualquiera que pudiera verlo.

Al momento en que levantó la mirada y la fijó en mí, una sonrisa decoró su rostro e hizo resplandecer más la luz que nunca se alejaba de su cara, acompañado de ese eterno rubor que se encendía cuando estábamos cerca y con todo esto, ella no suavizaba sus pasos sino que los mantenía fuertes, la mirada estaba fija en mí, sin embargo su semblante aún apuntaba al suelo, sonreía pero no dejaba de maldecir. Toda ella era una contradicción. Y me encantaba.

-          También te han dejado, ¿cierto? Vengo del cuarto de Taylor. Me enoja estar lista y tener que detenerme por ella. Siempre hace esto, y estoy segura de que va a llegar toda fresca y yo aquí toda malhumorada por su maldita culpa.

-          Estaba pensando justo lo mismo - ¿no quería hablar de lo que había pasado entre nosotros? Si ella no lo mencionaba con gusto yo lo haría- de hecho creo que deberíamos adelantarnos. Los demás ya saben el itinerario, si quieren pueden alcanzarnos y nosotros aprovechar el tiempo.

Con esto esperaba tener más horas solo con ella, poder sacar el tema y discutirlo, plantear qué nos había llevado a eso. Obviamente nuestra mutua atracción tuvo bastante culpa pero no le podíamos cargar todo el peso del juicio a  la atracción física porque no solo ella me había empujado a _____, también la química entre nosotros, el magnetismo, esa fuerza invisible que me mantenía atado a ella aunque yo lo evitara, esa sensación de pertenencia no expresada verbalmente que se proyectaba en mis pensamientos y de vez en cuando dejaba salir para mostrarse en forma de pequeñas acciones, aunque debo confesar que en algunas ocasiones esas acciones adoptaban el nombre de impulsos que no podían ser controlados por mí. Salían simplemente y me alegraba de que al menos, mis instintos fueran más valientes que yo.

-          Entonces, ¿Qué dices, vamos? – dije al fin.

-          Está bien, puedo esperarlos aquí y tu adelantarte, por si alguien no conoce el itinerario y eso, ya sabes.

Parecía más un pretexto para no estar a solas conmigo así que intervine tratando se ser persuasivo.

-          Anda, vamos. No conozco la ciudad tanto como tú y siempre es bueno llevar a una chica cuando se trata de estas cosas. Recuerda que prometiste ayudarme si hacia esto. Estoy en esto porque dijiste que lo harías.

-          ¿Si no lo hubiera prometido no lo hubieras hecho?

-          Definitivamente no. Sin ti, no- confesé y ella sabía que yo decía la verdad. Al cabo de unos instantes donde pareció estar meditándolo respondió.

-          De acuerdo, vamos. Yo siempre cumplo lo que prometo.

De esta forma ambos salimos del campus rumbo a la ciudad a buscar los lugares que habíamos propuesto para la fiesta de bienvenida para preguntar presupuestos y esas cosas.

El taxi en el que viajábamos pareció de pronto como un lugar seguro, lejos de las personas que podían ejercer algún tipo de presión sobre nosotros como para orillarnos a determinada acción o pensamiento, éramos solo _____ y yo… y el chofer, claro, pero el hombre semi-calvo mantenía la vista fija al frente sin siquiera prestarnos la más mínima atención, lo cual agradecía.

Sentados en el asiento trasero, _____ parecía distante pero encontré que su cuerpo estaba inclinado hacia mí. Mis dedos rosaron su mano izquierda y ella me miró sin expresión alguna, salvo sorpresa; se mantenía rígida pero no se alejaba de mi toque. No era del todo ajena a mí en ese momento, entonces decidí dar un paso más y tomarla de la mano. Entrelacé mis dedos con los suyos y el calor de su mano inundó mi piel. No se alejaba. No se acercaba. No estaba diciendo nada y yo comenzaba a desesperarme, ¡Quería que ella reaccionara! Que dijera que si o que no, que me mostrara por dónde ir, pero las líneas borrosas entre nosotros se hacían más pesas y no encontraba nada en su mirada, ¡Nada!

Entonces ella me soltó.

Ten cuidado con lo que deseas, ¿cierto?

Kiss...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora