Capítulo 2

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CAPITULO 2

La semana había transcurrido rápido y ya todos estábamos instalados. Yo había decidido no entrar a ningún club ni clase extra por lo menos el primer semestre estando. Era fin de semana, un sábado muy a gusto debo decir, todo pintaba para estar tranquilos en la playa sin ningún apuro. 

- Sykes, te toca llevar la hielera de aquí a la playa, yo la sostuve en el camino- Jay ya empezaba a quejarse.

- Que se la lleve Tom ¿quería venir no?

Jay me tomo del brazo y me empujo a un lado para que Tom no escuchara lo que estaba a punto de decirme.

- Sykes, tengo una duda y quiero que me respondas la verdad. ¿Por qué te cae tan mal Tom si no te ha hecho nada?

- No lo sé ¿sí? Es solo que… No, no sé, tiene algo que no me agrada, siento que es de esos que quieren llamar la atención todo el tiempo, no me agradan las personas como él y resulta que el representante del “mírenme todos” esta compartiendo habitación conmigo.

-Y conmigo – me recordó.

- Si ¿ya ves? Hasta tú lo reconoces. Es insoportable, con esas bromitas tontas, si sigue así un día de estos lo voy a calmar a mi manera y no le va a gustar, así que dale la hielera y que se la lleve.

- ¿Todo bien por allá? – Tom como siempre de inoportuno- Oigan hacen bonita pareja ¿se estaban dando unos besito? Si quieren los vuelvo a dejar solos jajaja.

- ¿Ves lo que decía? – Dije a Jay- Tom te toca la hielera, llévatela a la playa.

- Uuuuy creo que Jay no besa tan bien entonces, te dejo de mal humor.

- ¡Hey! Yo beso muy bien. Pregúntale a… a…. Mmm no hay a quien preguntarle.

Ya estábamos los tres en la playa, vi a algunas chicas de la porra de la universidad y la pelirroja que había sido besada frente a mi me estaba viendo, clavo su mirada a la mía y automáticamente camine hacia ella.

- Hola Sykes – No sabía de dónde conocía mi nombre pero ella lo sabía, bueno, mi apellido.

- ¿Hola? Me, me conoces… ¿De dónde?

- Pues, digamos que cada quien investiga lo que le interesa.

- O sea que te intereso – No pude evitar la nota de arrogancia en mi voz, no era la primera vez que pasaba que sabían quién era yo. - Y tu nombre es… 

- Me llamo Taylor, pero… puedes decirme como tú prefieras.

Ella se estaba acercando a mi más de lo que yo espera pero como dice el dicho ¿A quién le dan pan que llore? Le seguí la corriente y estábamos jugueteando pero unos gritos la distrajeron de forma brutal.

-¡PANCHA! ¡PANCHA!

Me separe de Taylor y ella con prisa se reincorporo.

De nuevo vi esa cara que me resultaba tan familiar, esa silueta que me había empujado en el corredor del edificio de las mujeres, esa actitud despreocupada que me había dejado noches sin dormir. Ella era la representación de todo lo que puedes llamar “normal”, “común”, no había nada en ella que saltara a la vista para impresionar y al parecer no le interesaba en lo más mínimo pues caminaba confiada. Ante otros podría haber pasado desapercibida. Ante otros, porque conmigo fue como si se metiera bajo la piel. Observe detenidamente desde su forma de caminar hasta la manera en que arrugaba la nariz a causa del sol, vi su cabello suelto moviéndose por el viento y su ropa tan casual, no como la de Taylor que parecía que se esforzaba en vestirse bien incluso para ir a la playa. La duda por saber el porqué me resultaba tan familiar era enorme. 

- Hola, oigan ¿Han visto a Pancha? Es mi perrita, no la encuentro y no me responde.

-mira _____ yo te ayudaría, pero…- giro a verme como si yo fuera lo que le impedía ayudarla. 

Fue extraño que se conocieran pues parecían de mundos diferentes, pero me alegro escuchar su nombre.

-¿y tú? Como te llames- Me miró por primera vez _____.

-¿Yo? ¿Yo qué, nena?- pregunté con mi tono de voz normal, un poco galante y confiado.

Ella torció la mirada a causa del “nena” antes de contestar, supongo que no estaba acostumbrada a ese tipo de sobrenombres.

- que si has visto a Pancha, es un labrador color chocolate. No la encuentro en ningún lado, la estaba paseando y se soltó de la correa y ya no supe a donde se fue.

Ella se me había metido a la cabeza, por su actitud me di cuenta de que en realidad no intentaba impresionarme como lo hacían usualmente las mujeres, no es que este presumiendo pero siempre he estado acostumbrado a que ellas me busquen, en realidad me gustaría más el tener que llamarles yo y esas cosas, pero en vista de que me lo hacen más fácil, yo me dejo querer. Esta fue la segunda razón por la que ___ me llamo la atención, me resultaba terriblemente conocida y no había caído a mis encantos de primera vista… Pero caería, eventualmente todas caen, y de eso me encargo yo.

Kiss...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora