- Eeee… Eeeen realidad no sé el nombre… De hecho ni quién es – y una obvia cara de “¿entonces para qué diablos me hiciste interrumpir mi noche con ___ si no ibas a decirme nada?” cruzó mi rostro, el investigador lo había notado y agregó - pero no de decepciones, porque ahora sabemos que ayer estaba en la biblioteca, entró desde el escritorio número 14, en la computadora C, sólo debemos poner atención y ver si tu acosador tiene un patrón (y todos tienen uno) y si siempre se sienta donde mismo, luego vigilaremos a quien sea que se siente ahí. Es solo cuestión de tiempo, si realmente quieres saber quién es, debes provocar que te vuelva a escribir y así poder corroborar toda esta información.
- Que mal, Tom, - agregó Jay- yo ya quería saber el nombre.
Yo también deseaba saber la identidad escondida pero sobretodo, el por qué me observaba, si es que existía una razón importante o solo lo hacía por diversión. Cualquiera que fuera la opción, quería saber la respuesta.
Un rato más los cuatro seguimos discutiendo todo el tema que estaba comenzando a aburrirme por esa noche. Ya era tarde, tenía una gran cantidad de tarea por no hacer, mi amigo Seev necesitaría mi ayuda para instalarse y tal vez bajaría a la cafetería del edificio en busca de algo en las máquinas de monedas, solo para matar tiempo. Por consiguiente aceleré muy delicadamente la conversación para al final salir de ahí y recuperar las maletas en nuestros brazos, Tom y Jay se ofrecieron a llevar algunas de las pesadas e interminables maletas de mi metrosexual amigo hasta su habitación. Recorrimos los pisos restantes y buscábamos al lado derecho de cada puerta la insignia que tuviera un “B205” en ella, después de equivocarnos dos veces (ya que por lo menos yo, nunca había subido a ese piso) llegamos al dichoso cuarto, tocamos la puerta y para colmo de mi día, un rostro familiar abrió la puerta. Rodé mis ojos y revisé la insignia de la habitación con la esperanza de habernos equivocado por tercera vez, pero como dicen, la tercera es la vencida.
- Woo, bien, aquí es, por lo menos ya conozco a uno de mis compañeros.
- Nosotros a los demás. – dijeron Tom y Jay al mismo tiempo.
Y yo a ustedes cuatro, par de cosas raras.- insunltó Max.
- Que inteligente, -dije- un par es de dos, y nosotros somos cuatro.
- Ya lo sé, por eso lo dije.
- Entonces hubieras dicho “pares”, ¿no?... Perdóname, es que no puedo tomar en serio tus disque “insultos” si ni siquiera los dices bien.
Tras una palmada de Siva y sus palabras de prudencia que ciertamente extrañaba, me tranquilicé un poco, decidí que eso no me iba a molestar. Tenía algo que hacer y a eso iba, a ayudar a mudarse a mi amigo que había viajado desde muy lejos para ser transferido en honor a nuestra amistad.
Como era de suponerse, los demás mastodontes que recordaba de la fiesta “BACK TO SCHOOL” organizada por las chicas, compartían no solo piso, sino habitación con el rapado que no dejaba de asaltarme con la mirada de forma desafiante. A todo esto, le sostuve la mirada dando a entender lo que realmente cruzaba por mi mente: “No me intimidas para nada”. Estaba claro que si se trataba de una pelea limpia y aunque Max estuviera hecho de más masa corporal que de materia gris, mis técnicas no pasarían desapercibidas y como la última vez, tendrían que llegar sus estúpidos secuaces a rescatarlo y hacer una absurda mini batalla con obvia desventaja de tres cuerpos de masa muscular contra un chico en buena forma pero no comparado a ellos y con buena técnica. Pasara lo que pasara, en esta ocasión no estaba distraído ni preocupado por dos inquietantes miradas de chicas sobre mí.
Jay y Tom se retiraron solo luego de ver que Max se hizo a un lado para dejarnos instalar a Seev. El proceso, gracias a las mil maletas y maletines de mi ahora compañero universitario, tardó mucho más de lo que Tom, Jay y yo juntos habíamos tardado.
Regresé a mi cuarto alrededor de las 3:00 am cansado y decidido a entregarme a los brazos de Morfeo, dejar que me gobernara por lo menos cuatro horas y luego seguir mi día a día como lo exigía mi recién creada rutina siempre dispuesta a ser alterada (añorando esto, de hecho).
La luz comenzaba a molestarme, las sabanas de mi cama tamaño queen en la que solo dormía yo me sumergían cada vez más y más a un calor profundo que ni siquiera girando la almohada para buscar la parte fría que refrescara mi rostro era suficiente. Los sonidos de las aves se fusionaban casi de manera imperceptible con mi sueño en el que dos hermosas mujeres, completamente diferentes estaban paradas frente a mí, las dos me llamaban, pero una de ellas me intrigaba y quería saber más, las dos decían mi nombre… Y cuando daba el primer paso hacia ellas para elegir a una de las dos tomando su mano, una voz nombraba el apelativo que solo en mi hogar usaban: “Nath”.
De pronto el yo de 20 años ya no existía más y había dejado en su lugar al pequeño Nath de ocho años girando y buscando con desesperación la voz que a veces retumbaba en mi cabeza. La niña de la que me había enamorado cuando era un mocoso se acercaba a mí. Sus coletas se mecían en el viento gracias a los movimientos de su trote mientras jugaba con una pequeña Jess. Mi hermana menor y ella se veían tan reales y palpables, a continuación un impulso (de esos que al parecer siempre han estado vivos en mi interior) me llevó a tomar el sedoso cabello de la niña que jugaba con mi hermanita y jalarlo.
Ella me observaba, no podía distinguir el color de su mirada pero me atraía de un nivel que no conocía. Recuerdo que esa fue una de las razones por las que ésa niña me encantaba. Nuevamente jalaba de su coleta y después de que me mostrara un gesto, salía disparaba detrás de mi, luego Jess se le unía y gritaban “Nath, Nath, te alcanzaremos y ya verás, nos las vas a pagar… Nath”.
Un nuevo sonido se unió al canto de los torturantes pájaros que estaban a punto de sacarme de mi propia dimensión y mi maldito celular terminó su trabajo e irremediablemente abrí mis ojos en su búsqueda para darme cuenta de que éste se encontraba debajo de mí, entre las sábanas. Maldije por lo bajo al ver la hora y notar que no se trataba de la alarma sino una llama, lo que solo podía indicar que llegaría tarde a clases (para variar).
Sin embargo lo que llamó mi atención fue el hecho de que el número que realizaba la llamada fuera el del lobby del edificio de los chicos. Cuando contesté la llamada escuché una voz parcialmente desconocida, era Daniel, el encargado del edificio varonil y que por cierto, brillaba por su ausencia en todo sentido.
Me repitió lo que me había hecho maldecir, que nuevamente estaba retrasado según el horario académico. Creí que solo llamaba para fastidiarme con algo que era más que obvio, pero en seguida de su intento de reprimenda, me pidió que bajara al lobby porque alguien que había estado tratando de comunicarse con ardua insistencia conmigo, había llegado a él demandando verme.
Entré al baño y tome la ducha más rápida de la vida, tomando lo primero que vi en mi closet, me apresuré a bajar las escaleras con el cabello aun soltando ligeras gotas que dejaban marca de agua al borde del cuello de mi playera.
Frené en seco al ver de quién se trataba, esperaba todas, pero no su visita…
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Kiss...
FanfictionHistoria vista desde la perspectiva de Nathan. “Estaba con la chica que muchos deseaban, pero yo sabía dónde quería estar. Hundiéndome en el cuello de la mujer que amaba.” En los juegos del amor nadie conoce las reglas, solo una cosa es cierta, cuan...