Capítulo 38

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Si eso no era “quererla”, era lo mejor que tenía en ese momento.

Justo antes de dar mi respuesta ____ llegó con su deliciosa botella de agua fría para hacer inútil el duelo de discursos que había tomado lugar en mi cabeza. Max rápidamente olvidó de qué estábamos hablando y ella continuó con su cara ilegible, simplemente no podía ni imaginar lo que ella pensaba, ¿en mí? ¿en Max? ¿en ninguno de los dos en absoluto? ¿en alguien más, otro chico?

De nuevo ahí estaba yo haciéndome alucinaciones, quizás solo estaba pensando en una tarea, o en algún libro que estuviera leyendo. Pero no, yo como siempre quería saber lo que había detrás, ___ siempre era expresiva en cuanto a lo que pensaba o cómo se sentía, era sencillo identificarla pues de pronto era un poco predecible –pero la mayoría de las veces me sorprendía- y verla en ése estado no me provocaba más que intriga. Claro está, la cercanía de ___ con Max, sabiendo lo que recién había confesado, no hacía más que solo ponerme alerta ¡me inquietaba en sobremanera!

A pesar del duelo librado en mi fuero interno, yo conocía al ganador, era una mezcla de los dos pensamientos: quería que todos pudieran ver lo maravillosa que era, pero que a nadie más le gustara, solo a mi.

Puede ser un pensamiento egoísta, pero el sentimiento de que alguien mejor que yo apareciera y la separara de los escasos dos puntos que llevábamos para un futuro juntos, era insoportable.

Seguimos en la cafetería hasta que Max se dignó a dejarnos solos pues notó todas las evasivas de mi parte y la inexpresividad de ___. La acompañé a su edificio. Intenté despedirme de una forma original, que me recordara, pero ella solo me dio un rápido beso en la mejilla y se apresuró a entrar y cerrar la puerta… Me recargué en la puerta metiendo mis manos a los bolsillos del pantalón, alcé la cara al cielo cerrando los ojos y luego dejé que mi cuerpo se desplomara en el suelo, aún recargado en la puerta, luego mis manos pasaron por mi cabello una, dos, tres veces y se quedaron ahí.

Algo estaba haciendo mal, algo era lo que ____ sabía y yo no, sin duda no tenía idea de lo que provocaba, ahora no solo en mí, sino en Max y… Esperen, Max había dicho “los que la conocíamos”, o sea, que existía la posibilidad de que no solo el rapado fortachón, otro chico y yo estuviéramos interesados en ella, sino varios chicos más.

No me había dado cuenta de que estaba levemente estirando mi cabello hasta que Karen me lo dijo interrumpiendo –gracias al Cielo- mis pensamientos masoquistas.

-Karen ¿qué hay? Solo estaba pensando qué hacer con todas mis tareas, primero creía que era solo una, no había presión, luego me apresuraron para terminarla. Hoy supe que eran dos, y ahora que lo pienso bien, estoy seguro de que son más de tres malditas cosas por hacer en tan poco tiempo.

-Wow, apesta cuando salen cosas que no tenías contempladas ¿cierto?

Asentí poniéndome de pie y dejando en paz mi cabello ahora alborotado

- No tienes idea, apestar es poco – la besé en la mejilla y volví a meter mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón con mi característica posición de “todo está perfecto”.

- Si necesitas ayuda con tus tareas puedes venir conmigo, te ayudaré en lo que quieras, usualmente lo hago con las chicas, varias de ellas necesitan asesorías y como los profesores tienen su propio mundo fuera de la universidad, yo las ayudo. De hecho una chica adorable llamada ____ a veces me ayuda, es muy inteligente y les tiene la paciencia que a mí me falta. Aquí entre nos –murmuró cubriéndose los labios como si alguien más pudiera escuchar o que estaba a punto de decir- el hecho de que Taylor sea su hermana le ha dado una tolerancia mayor que la de esa mujer que canonizaron, la santa… La Teresa de Calcuta. 

Entonces la idea llegó a mí de un golpe tal que casi no logro controlarme para mantener mi postura, así que solo giré hacia Karen como si no hubiera dicho nada relevante, con la única intención –además de la mía- de aceptar su invitación. Si tenía una oportunidad de acercarme a ___, la tomaría.

-Karen, tu como siempre muy útil y oportuna, definitivamente sabes cómo hacer que no pueda negarme a ti. Iré a tus asesorías si me aceptas.

-¡Claro! Sykes, estoy feliz de ayudar, solo una cosa, estoy saliendo con alguien y no tengo mucho tiempo libre, ¿te molestaría compartir tu asesoría con las demás chicas?

- Por supuesto que no, es más, si gustas, para que pases más tiempo con ese alguien con quien estas saliendo, puedes pedirle a la adorable chica llamada ____ que se ocupe de por lo menos 2 asesorías, todo lo que tengo que entregar es para la próxima semana.

En este punto poner mi cara de ojos de gato de Shrek era más que conveniente, siempre funcionaba y como arte de magia, convencía a las mujeres de hacer lo que sea que les estuviera pidiendo. Tanto como favores de amigos, como de otro tipo.

Y esta no fue la excepción, Karen accedió a pedírselo, después pasó una cosa así como dos horas hablándome del fabuloso hombre que tenía la fortuna de salir con ella. Era tan simpática como hermosa. Se trataba de un Edoardo, italiano, que estaba abriéndose camino en el mundo de los vinos y ahora tenía la intención de entrar al mercado local. Mis padres hubieran estado interesados en hacer negocios con él en otros tiempos, pero en esos momentos no teníamos nada que ofrecerle además del renombre y la promesa que pudiera venir de éste, si el tal Edoardo lo consideraba aceptable, pudiéramos comenzar con una buena negociación. Sin embargo los posibles escenarios del futuro cercano eran todo pero no alentadores.

Karen quedó de avisarme en cuanto confirmara la hora y el día con las demás chicas y más importante, con “la adorable chica llamada ____” ¿Karen creía que no la conocía? Bueno, fuera cual fuera la respuesta en ese preciso instante era lo que menos me interesaba.

Antes de que fuera camino a mi edificio Karen abrió la puerta del de las chicas y del otro lado de la puerta en la que había estado mortificándome hacía apenas unos minutos estaba ___ de pie como su hubiera estado ahí todo este tiempo. ¿en realidad pudo haberse quedado del otro lado como yo lo hice? Y si lo hizo ¿En qué cosas estaría pensando? ¿lo mismo que yo? Definitivamente no, además ni siquiera estaba seguro de si en verdad se había quedado del otro lado de la puerta.

Peor como usualmente pasaba, la respuesta no se hizo esperar. Al momento de abrir la puerta Karen la había sorprendido, abriendo los ojos y formando con su boca una “O” de igual sorpresa, ___ se reincorporó un poco lento para salir en seguida murmurando que tenía que ir por su querida Pancha a donde alguien se había ofrecido a pasearla mientras ella se ocupaba de demás cosas que tenía que hacer –como ir a la cafetería conmigo y pasar ahí a lo mínimo una hora y media después de que Max nos dejara solos- entonces se echó a andar y lego de que Karen y yo nos dirigiéramos miradas de “qué raro” recordé –gracias a ___- que tenía que entregar un par de libros en la biblioteca.

Tuve que ir hasta el otro lado del campus para dejar libros que nunca leí porque ___ ya me había contado todo de ellos. No había necesitado ni siquiera abrirlos para conocerlos de prólogo a epilogo. 

Ya cerca de mi edificio recibí el mensaje de Karen diciendo que la asesoría estaría programada para mañana a las 6 pm, perfecto para salir antes a ver una película con mis amigos y luego ir a la asesoría con mi futura chica ___. Justo en esto estaba pensando cuando la vi pasar frente a mi como mi primera vez en el campus, toda confiada de ella misma como supiera que ése era su terreno pero a la vez tan aparte de todo que parecía tímida también, caminando con su clásico cabello suelto al aire moviéndose al ritmo de su caminata, la única diferencia ahora era que iba saliendo de mi edificio tomando a Pancha de la correa. Alguien se me había adelantado, todos sabíamos que ella amaba a los animales y Pancha era su adoración, su punto débil, si alguien quería llegar a ella probablemente lo haría entrando con su mascota. 

Tenía que averiguar qué chico había estado hablando con ella.

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