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La misión olvidar que pude haber tenido algo con Ruggero había comenzado apenas desperté y le envié un mensaje a Guillermo para avisarle que no le acompañaré.

Salí a caminar, volví a casa, desayuné, llevé a mi abuela a sus clases de tejido y a mi abuelo a sus clases de pintura antes de volver a casa para limpiar un poco.

Saqué de mi habitación las cosas que no me servirían y reorganicé la ubicación de todas mis cosas. Terminé a las dos de la tarde, mis abuelos no llegaban así que me bañé y me preparé fideos instantáneos para comer y me senté en la sala a ver una película.

Hasta que me llegó un mensaje de Guillermo preguntando si saldríamos en la noche y le respondí que sí.

Pausé la película, me levanté y preparé la cena para mis abuelos cuando lleguen. Subí a mi habitación y me alisté para salir.

Un vestido pegado en la parte de arriba y suelto a partir de la cintura. Tacones negros, cabello recogido en una cometa alta y maquillaje sencillo.

Aplico un poco de perfume en mi cuello y finalmente bajo cuando mi amigo envía un mensaje de que ya está llegando.

Abro la puerta cuando identifico un cuerpo parado afuera. Y al abrir, me quedo en mi lugar analizando a la persona de pies a cabeza.

¿Qué hace aquí?

Mi mente viaja a la última vez que hablamos, nunca le dije que quería que estuviera aquí. No esperaba su presencia en este lugar. Y es lo que le hago saber mientras me hago un lado para que pase.

—No cierres la puerta, tus hermanas ya vienen. —me dice al percibir mis intenciones.— ¿Y tu abuela?

—En sus clases de tejido y el abuelo con sus amigos en las clases de pintura. —digo en automático.— ¿Qué haces aquí, mamá?

—¿No que querías verme? Ya estoy aquí.

Deja su cartera en el mueble analizando todo con la mirada. Afortunadamente limpié todo.

Poco después veo a tres personas entrar. Mi padrastro y mis hermanas.

Bueno, una de ellas es mi hermana, Sally de casi dieciocho años. La otra es Anne de veintidós y es un poco pesada.

Toda esa familia es un poco pesada en realidad.

—Perdonen si no puedo quedarme. —digo al ver que todos me ignoran.— Pero yo tengo que irme ya.

—¿Con permiso de quien?

—Le dejé una nota a la abuela, eso es suficiente. —respondo intentando mantenerme en el margen del respeto.— Puedo salir si quiero, son mis vacaciones.

—Acabamos de llegar, es demasiado irrespetuoso de tu parte que te vayas dejándonos solos aquí. —me dice Sally.

Ruedo los ojos y me centro en la puerta que se abre dejando ver a mi mejor amigo. Sí, tiene las llaves para emergencias.

Él entra luciendo relajado hasta que entra a la sala y si mirada cae sobre todos nuestros acompañantes. Me mira confundido y sonrío.

—¿Buenas tardes?

—¿Tú quién eres? —pregunta mamá. Guillermo enarca una ceja.

—Él es Guillermo, mi mejor amigo.

—¿Y por qué entra a la casa como si nada.

—Porque tiene las llaves para emergencias. —explico.— Y porque los abuelos confían en él.

Mamá asiente indecisa, me acerco a Guillermo tomando su mano.

—Nosotros ya nos vamos, disfruten de su visita. Los abuelos llegan pronto.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora