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Ruggero Pasquarelli.

—Sinceramente no entiendo qué estás haciendo con tu vida. —me susurra Agustín.

—Déjalo, sabes que va a pretender no escucharte, luego Jena va a entrar, él va a actuar como un idiota y se va a ir. —resume Maxi.— Y esa mierda me aburre, juguemos a fingir que sabemos qué hacer luego de que Guillermo se fue.

—Quiero creer que las razones por las que renunció son válidas y que no lo hizo porque detesta sentirse culpable de haber arrastrado a su mejor amiga hasta aquí.

—¿No viste que ayer Karol salió llorando? Y después Guillermo se volvió loco buscándola.

—Creo que fue mi culpa, debería dejar de acosar a Nicole. Y si lo hago, deberíamos ir solamente tú y yo.

—Sí, es que de hecho las cosas eran más divertidas cuando éramos tres, no cuatro.

—Totalmente...

—¿Sabían que les estoy escuchando?

—Me voy, ya es tarde y no tengo ganas de ver a la bruja.

—Te acompaño. —Maxi se pone de pie y suspiro profundo.

—¿Puedo saber qué les pasa?

Ambos se miran entre sí, luego me miran y vuelven a sentarse luego de haberle puesto el seguro a la puerta.

—A nosotros no nos ocurre nada, la pregunta aquí es, ¿qué te ocurre a ti? —pregunta Agustín.— No entiendo cómo comenzaste tan rápido con Jena. Y mi respuesta más lógica es que Karol al final sí tenía razón.

—No es cierto. —ambos arquean las cejas.— No en su totalidad.

—No en su totalidad. —repite Maxi.— ¿Eres consciente de lo que haces? Si tan poco te importaba, nos hubieses dejado la oportunidad de estar con ella.

—Habían personas que sí teníamos buenas intenciones. —gruñe Agustín.— Y ahora te odio.

—¿Todo este drama por una chica?

—No es una chica cualquiera, es una chica increíble. —repite Maxi.— Y tú no sabes valorar eso.

Ahora yo soy el malo de la historia. Protesto y ellos siguen quejándose porque yo no aproveché mi oportunidad y ahora los dejé sin oportunidades a ambos.

Sé perfectamente que Agustín sólo lo dice por joder. Ahora mismo él se está muriendo por hablar con Nicole, lo que menos le importa es Karol.

Es decir, tener una oportunidad con ella. Obviamente.

—Al menos explicame, ¿aún la quieres?

—No se deja de querer de un día a otro.

—Pero sí se puede estar con otra.

—Ya, Agustín. —protesto tomando mi teléfono.— Es tarde, tengo que irme.

—Ah sí, tu noviecita seguramente quiere que vayas a lamerle los pies..

Ruedo los ojos, no puedo con la pésima actitud que tiene Agustín para con Jena. No la soporta.

Y tampoco es como si Jena contribuyera.

Recojo mi abrigo, pregunto si se van o no, y cuando salimos, caminamos hacia el estacionamiento.

—¡Carla!

Apenas escuchamos la voz de Nicole, Agustín deja de prestar atención. Y al verla correr dentro del lugar, se pone frente a ella con el único objetivo de chocar. Niego.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora