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Que noche... Hoy he experimentado todas las emociones habidas y por haber sin duda.

El abuelo tuvo que mandar a Andrés a freír espárragos cuando notó que estaba borracho. Él sólo dijo algo como...

Nadie te va a amar como yo, anda, rómpeme el corazón otra vez pero no me dejes.

Y ya, luego se fue.

Yo me quedé en la cocina reponiendo todo el líquido que perdí y ahora mismo estoy subiendo a la habitación luego de haberme asegurado de que los abuelos realmente se fueron a dormir.

Entro a la habitación y pongo seguro antes de apagar la luz y caminar hacia el baño. Cierro la puerta a mis espaldas y me apoyo en esta mirando al responsable de mis futuros sueños húmedos.

Gran elección la mia.

Esa de dejar que la hija de don satán tome el control de este perfecto cuerpo.

-Me voy a bañar. -digo al final. Él se ríe apoyando su cabeza en la pared.

-¿A esta hora?

-Sí.

Me deshago de mi ropa, su mirada recorre mi cuerpo y no puedo evitar sonreír mientras abro la llave de agua caliente.

No sé por qué acepto que alguien me vea desnuda, no sé por qué me siento tan bien con él viéndome.

El sentir el agua recorriendo mi cuerpo me relaja. Ni siquiera había notado que estaba tan tensa. Él se acerca apoyándose en la puerta, le miro.

-¿Era tu futuro esposo?

-La ironía en tu voz está demás. -aseguro.- Pero sí, era él.

-Tu futuro esposo.

-Ni siquiera sé si un día alguien me va a soportar lo suficiente para que inclusive nos casemos. -susurro divertida.- Pero si llamarle así te hace sentir bien, sí, era él.

Sus ojos oscurecen más como si fuese posible y relamo mis labios. Reconozco perfectamente que provocarlo es una pésimo decisión.

Pero, vamos es que nadie se negaría a jugar con él.

Y con jugar no me estoy refiriendo a las escondidas ni nada de eso.

Mi espalda choca contra la pared cuando él entra a la ducha reduciendo el espacio en el que nos encontramos. Un suspiro brota de mis labios.

Creo que...

Hace mucho calor.

-¿Por qué juegas conmigo?

-He perdido la cuenta de las veces que me han hecho esa pregunta.

Y hablaba en serio.

Desde que mi vida sentimental había comenzado en el sentido de que comencé a tener pretendientes y demás, siempre me hicieron la incómoda pregunta de...

¿Quieres ser mi novia?

Y mi respuesta, evidentemente, era que no. Eso rompía sus frágiles corazones en miles de pedazos.

Y siempre, pero siempre, finalizaban con la pregunta ¿por qué juegas cinmigo? Antes de marcharse de mi vida para siempre.

-Es una muy buena pregunta. -acerca su rostro al mío. Mi mirada viaja por su rostro hasta detenerme en sus labios.- ¿Vas a responder?

-¿Por qué crees tú?

Mis manos se posan en su abdomen perfectamente definido y las suyas bajan por mí espalda deteniéndose en mi cintura.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora