Un año atrás.
Siempre imaginé que mi cumpleaños número dieciocho sería totalmente diferente a los anteriores.
¿Por qué? No tengo un por qué, sólo lo supuse y anhelé con mi vida.
Tenía el deseo de que las cosas cambiaran este año. Solo fui yo teniendo ese sueño una vez más.
Creí que por primera vez tendría a papá y mamá conmigo. No a dos tarjetas de cumpleaños compradas en el supermercado en su lugar.
Resoplo mirando el techo, escucho los pasos de los abuelos y cierro los ojos tomando una profunda respiración. Es hoy.
—Buenos días, pequeña.
La voz de la abuela se escucha, sonrío sentándome contra el respaldar de la cama.
—Feliz cumpleaños, mi chiquita. Te queremos mucho. Muchísimo.
Mi sonrisa tiembla, veo cómo el abuelo se acerca con el pastel recién horneado y dieciocho velas alrededor. Trago saliva y repito en mi mente que llorar no tiene sentido.
Ambos me cantan la típica canción de cumpleaños y ponen el pastel a mi alcance. Cierro los ojos pidiendo mi deseo.
Mismo que se ha repetido en los últimos años.
Deseo que papá y mamá me acepten como lo que soy, su hija.
Soplo las velas, ambos besan mi frente y se ponen de pie murmurando que me esperarán abajo para desayunar. Asiento mientras se alejan.
Escucho la puerta cerrarse y miro mis manos. Ni siquiera una carta de cumpleaños obtuve esta vez.
Quizá... Quizá los abuelos se olvidaron de dármelas.
O quizá es la diferencia horaria, sí, es eso.
Tomo mi teléfono, me rio al ver tantos mensajes de Guillermo. Y apenas abro el primero, su voz se escucha.
—¡Feliz cumpleaños, gotita de lluvia! No puedo creer que mi duende haya cumplido dieciocho, no sabía que los seres mágicos vivían tanto, pero aquí estás. —escucho su risa.— No sabes lo mucho que te amo, mujer. Eres mi otra mitad, mi alma gemela, mi complemento. Y estoy muy feliz de tenerte en mi vida. ¿Qué haría yo sin ti, cosa de un metro y medio? Maltrátame toda la vida, yo me dejo. Y no sé qué estoy diciendo, solo quiero que sepas que soy el chico más feliz del mundo mundial como tú dices, porque tengo a la mejor amiga mas chiquita y chistosa que la humanidad ha visto. Te mereces el mundo, el cielo y las estrellas. Y no me va a molestar bajártelas, pequeña. ¿Ya te dije que te amo? No, bueno, te amo. ¡Ya eres legal, gotita de lluvia! Espero que estés lista porque este será el mejor día de tu vida. Te amo, te amo y te amo. Ah, y feliz cumpleaños. ¡Hoy se bebe!
Niego divertida, y, luego de analizar la idea de escribirle algo, prefiero no hacerlo, es mejor decírselo de frente.
Definitivamente aceptaré que me lleve donde él quiera, no quiero sentirme triste en mi cumpleaños. Y solo Guillermo sabe cómo sacarme una sonrisa hasta en los peores momentos.
Tal y como los abuelos lo han pedido, bajo a desayunar con ellos luego de haberme cambiado. Y mientras bajo contando los escalones, escucho la voz del abuelo.
—Se me hace cada vez más estúpido de tu parte que olvides que aquí tienes una hija, Carolina. Hoy cumple años, ¿le llamaste por lo menos? ¿Hiciste algo por ella?
—Ay, papá. Ustedes tienen que entender que ya no es una niña. No tengo que estar detrás de ella como si lo fuera.
—Por Dios, tiene dieciocho años, y en esos dieciocho años ni siquiera un mensaje le haz enviado. Somos nosotros quienes compramos una maldita tarjeta cada año y le hacemos creer que es de su parte, ¿cómo crees que se siente hoy? Dieciocho, Carolina. Haz olvidado dieciocho cumpleaños.
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Inapropiadamente Peligrosa
Romance"Perdóname si te hice pensar que somos más que amigos" Puede que mis actitudes sean las de una mujer enamorada, pero eso no puede llegar a significar que voy en serio. Suele ser un poco típico de mi personalidad que mis sentimientos actúen en desacu...