Extra.

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—¡Ya Ruggero! —golpeo su mano. Él sonríe.

—Niños, no peleen así. Ruggero, deja a Karol en paz.

—Eres una muñequita desde que llegamos aquí. —me susurra.

—He sido una muñequita siempre. —presumo posando su mano en mi vientre.— Pero es cierto, no deberías molestarme. Las embarazadas no pueden enojarse.

—¿Cuándo les diremos? —brinda una leve caricia. Sonrío.

—En el almuerzo.

—No, ahora.

—Faltan diez minutos, Ruggero. —me quejo.— Hey, ¿sentiste eso?

Emocionado asiente, deja un beso en mi cuello y me levanto de sus piernas tomando una fresa de su plato. Le doy una mordida antes de perderme dentro de la casa.

Apenas ayer llegamos a casa de Ruggero aquí en Italia. Y hoy en el desayuno me enteré de que mi suegra ha invitado a familia y amigos cercanos de Ruggero a celebrar las buenas nuevas.

Ella cree que celebraremos solo nuestra llegada. Bueno, yo les voy a dar una buena razón para celebrar. Mi angelito.

Antes de volar fuimos con una ginecóloga y nos llevamos la grata sorpresa de que tengo catorce semanas de embarazo. Tres meses y medio.

No quisimos saber el sexo, preferimos que sea a los siete meses.

Y bueno, ahora mismo, estoy feliz. Mi bebé será muy querido sin duda.

Busco la fotografía recién sacada de mi bebé en su ecografía que guardo en mi billetera y recojo mi cabello en una coleta alta. Hace un calor horrible.

Cuando bajo, ya todo está listo para comer y las personas han comenzado a llegar. El tenso momento de las presentaciones llega y no puedo evitar sentirme nerviosa.

A algunos los conocí en el tenso momento en el que hice el show en la boda. A otros los conozco apenas hoy.

Pero de algo estoy segura, sus sonrisas y abrazos me hacen saber que no hay mala sangre entre nosotros.

—Tu familia es numerosa. —musito tomando la mano de Ruggero. Él sonríe.

—La tuya también. Nunca me voy a olvidar de que tu tío me obligó a comer picante para ver si servía para ser el esposo de una mexicana.

Suelto una carcajada, la abuela dice que todos en algún momento pasaron por la tradición familiar. Y qué tradiciones...

El hecho es que al final Ruggero casi muere y el tío estaba orgulloso del soporte que mi novio tenía.

El soporte...

—¡Ruggero!

Mi agarre en la mano de mi novio se hace mas fuerte cuando una esbelta mujer corre en nuestra dirección. Ruggero al instante busca la mirada de su madre y ella levanta sus manos en señal de no saber nada.

¿Quién es?

—Hace tiempo no te veía, cariño. Pero dame un abrazo.

Ruggero rasca su nuca sin soltar mi mano, yo miro entre la chica y mi novio confundida. Hasta que mi cerebro conecta algunos puntos y entrecierro los ojos.

Ah no, eso sí que no.

Intenté no ser celosa, de hecho no lo era, para nada. Pero una cosa no tiene que ver con la otra así que ex novias no.

—Amor, ¿no vas a saludar a tu amiga? —pregunto casual.

—Pequeña, ella es Chiara. Chiara ella es Karol, mi novia.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora