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—Tuve un muy cansado día, Jena estuvo extraña, y juro por lo que sea que vio su teléfono todo el día como esperando que algo llegara. Y yo sé qué es ese algo.

—¿Llamadas de Ruggero? —pregunta Guillermo mientras entramos al auditorio. Asiento.— Bueno, pero no va a suceder. Él ahora está contigo, ¿o no? No me digas que me perdí de algo.

—No, no te haz perdido de nada. Desde la fiesta de la abuela, las cosas están bien. Extrañamente bien viniendo de mí.

—Eso es increíble, te felicito. Me siento orgulloso de que no dejes que la bruja de tu mamá dañe tus sueños e ilusiones. Mereces vivir.

—Eso fue muy cliché pero sí. —suelto una risita.— Ahora, es miércoles de hamburguesas. ¿Vendrás o...?

—Pero por supuesto que voy. —sonríe.— Carla y Nicole también van. Por ende Agustín que no deja de enviarle mensajes a Nicole. ¿Por qué no invitas a Ruggero?

—Porque esta noche va a cenar con una amiga.

—¿Y lo dices tan tranquila?

—Sigo sin ser celosa.

—¿Y no te molesta ni un poquito que las chicas se le acerquen?

—Un poquito nada más. —hago una señal con mis dedos.— Pero me gusta que él aclare que tiene novia.

—Bueno, voy a fingir creerte esta vez.

Una carcajada brota de mis labios, asiento mientras entramos a la sala de ensayos donde su grupo se alista mientras el de Ruggero recibe las últimas indicaciones.

Él al verme deja de hablar, mueve su mano y le sonrío mientras vuelve a centrar su atención al frente. Agustín se lleva a Guillermo casi a la fuerza y me siento en la silla a esperar a Ruggero.

Cuando por fin se acerca, deja un beso en mi frente y toma mi mano llevándome hasta una oficina que ellos ocupan y que yo ya considero mía porque hago tareas aquí mientras espero a Guillermo.

Dejo mis cosas en la silla mientras él cierra la puerta. Y cuando se acerca, envuelve sus brazos en mi cintura y deja un beso en mis labios.

Sonrío poniendo mis manos en su pecho.

—El drama que armaron tus fans cuando se enteraron que pasaste el fin de semana conmigo y mi familia ha sido caótico. —me rio pasando mis brazos por su cuello.— Hoy te extrañé mucho.

—Es aburrido no visitarte en las noches. —hace un raro gesto y sonríe besando mi nariz.— Ya te extraño, mujer.

—Yo también, pero si a mis primas durmiendo en mi habitación le sumamos tus grabaciones y mi tiempo ocupada en la universidad, no tenemos tiempo de casi nada, mi amor.

—Ya sé, pero encontraré la solución a esto. —asegura.— ¿Y si te vienes el resto de la semana conmigo?

—Me encanta la idea, pero no creo que los abuelos me den permiso. Y aunque lo hicieran, Sally y mamá son un dolor de cabeza.

—Déjamelo a mí. —pide dejando un beso en mi mejilla.— Voy a seguir con lo mío. Te amo.

—Ya lo sé.

Me sonríe, sale de la oficina y yo me siento en la silla comenzando con mis tareas.

El tiempo que Guillermo tarda en sus ensayos es exactamente el mismo que yo tardo con mis trabajos pendientes. Y cuando finalmente he terminado, salgo de la oficina luego de haber guardado todas mis cosas.

Camino primero al baño y al salir, hacia la sala de ensayos hasta que veo a Carla correr hacia mí luciendo entre divertida y apurada.

—¿Y tú qué? —me rio. Ella suspira.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora