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Como siempre que he estado con él, dejo que las cosas fluyan con normalidad en todos los aspectos.

Comienza besándome con ternura y cuidado total, sus labios acarician los míos y sus manos siguen aferradas a mi cintura. Las mías descansan en su cuello y juego a acariciar el cabello de su nuca.

Se ve tan tierno que me es complicado no querer besarlo de esta manera siempre. Hasta que el beso se intensifica y sus manos suben por mi espalda hacia el broche de mi sostén.

Jadeo sobre sus labios, mis manos terminan de deshacerse de su camisa y la tiro lejos de mi alcance mientras él se deshace de mi blusa y se toma su tiempo desabrochando mi sostén. Finalmente lo logra y yo le deshago de este moviendo los brazos.

Volvemos a besarnos, tomo su labio interior entre mis dientes y tiro de este mientras mis caderas, por inercia, se mueven a un lento y excitante compás. Sus manos bajan de mi espalda a mi trasero.

Jadeo, echo mi cabeza hacia atrás y él besa mi cuello mientras sus ágiles dedos evaden mi falda y ropa interior. Gimo ante el contacto directo de sus dedos sobre mi intimidad.

Juega conmigo, me lleva a un límite y me regresa al principio a sabiendas de que mis emociones dependen únicamente de sus caricias en este momento.

Cierro los ojos, definitivamente hoy sucederá y eso se siente bien. Extremadamente bien.

Un momento después termino acostada en la cama con él entre mis piernas. Lleva sus manos a la cintura de mi falda y arqueo la espalda para que se deshaga de esta junto a mi ropa interior.

Una vez más estoy desnuda frente a él, y como la primera vez, poco me importa.

Toma mi mano ayudándome a levantarme. Le miro y sonrío mientras él toma mi rostro entre sus manos y planta un beso en mis labios.

Mis manos se detienen en su abdomen y me permito disfrutar de la extraña sensación que electrifica mi vientre. Esto es extraño.

Mi cuerpo entero reacciona bien a los estímulos, siempre lo ha hecho, pero ahora mismo, siento que mi estómago está siendo atacado por un ejército de mariposas y eso me hace sentir cursi.

No quiero sentirme cursi.

-Eres hermosa. -susurra sobre mis labios. Siento un nudo formarse en mi garganta.- Te quiero.

Jamás pensé que el que me dijeran esto en una situación como esta hiciera que me enamorara más. Pero sí, lo ha hecho. Y ahora yo estoy feliz.

Reparto tiernos besos en sus labios, le susurro que le quiero también y él me sonríe.

Esta vez siento que el encuentro sexual es completamente diferente entre nosotros. Hay confianza, complicidad, lo hay todo.

Y me hace sentir bien el saber que lo hay justo en el momento adecuado.

Mis manos van a parar a su cinturón y no tardo en quitárselo.

Cuando ninguno lleva más prendas encima, lo veo moverse por la habitación buscando algo, y cuando noto lo que es, tengo que sonreír. Oficialmente, hoy empieza mi vida sexual al cien por ciento.

Vuelve a ponerse entre mis piernas, lo está tomando con tranquilidad y eso me hace sentir segura. Al menos sabe cómo abrir un condón.

Recojo mis piernas mientras lo veo deslizar el condón sobre su miembro. Finalmente apoya sus manos a los lados de mi cabeza y me besa. Llevo mis manos a su espalda.

Necesito sentirlo ya.

Sé que confirme damos un paso, una nueva puerta de placer se abre. Y estoy ansiosa por abrir esta.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora