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—¡Salud! —Nicole vuelve a levantar su copa. Todos brindamos con ella.— ¡El novio de mi amiga va a ser famoso!

—No te adelantes a los hechos. —sugiere Guillermo levantando su cerveza.— Pero ojalá sí.

—¿Estás dudando de tu talento, amor? Pero si eres perfecto.

Escucho sus coquetas risas, Nicole les grita asqueada y ellos se ríen esta vez con ganas. Juego con el vaso en mis manos.

Hace solo horas Guillermo firmó su contrato con la casa musical de grandes artistas. Está feliz, es obvio.

Y según lo que ha dicho el don, ahora sólo se dedicarán a planificar un magnífico debut.

Guillermo la gran promesa musical.

—¿Estás bien?

La pregunta de mi mejor amigo me trae a la realidad, sonrío evadiendo mi mirada una vez más.

No, no estoy bien.

De hecho estoy muy abrumada porque tengo una rara sensación en el pecho. Siempre soñé con que este sería un gran momento en el que saltaría de alegría al ver los logros de mi mejor amigo.

Pero estoy sentada en la mesa de un bar a punto de largarme a llorar y ni siquiera sé por qué.

Inexplicablemente comencé a sentirme triste.

—Me duele la cabeza. —explico jugando con mis manos.— Pero estoy bien.

—¿Segura? Llegamos hace dos horas y tú vaso sigue intacto.

—No quiero beber. —me justifico apartando el vaso.— ¿Han escuchado esa teoría de que cuando alguien muere y no hay nadie que le llore una persona al azar se siente inexplicablemente triste?

Ellos asienten, resoplo.

—Creo que eso me sucede.

—¿Un abrazo al azar?

Guillermo extiende sus brazos hacia mí. Me quejo extendiendo mis brazos de vuelta.

—Estás muy lejos.

—Fatal.

Suelto una risita, Carla sonríe sugeriendo que vaya al baño a refrescarme. Se ofrece a acompañarme y asiento.

Nicole y Guillermo se quedan en la mesa y aunque lo dudo un poco, prefiero darle un voto de confianza a mi amigo. Él es un poco tonto, pero jamás lastimaría a una mujer.

De eso estoy segura.

—¿Segura que es solo eso de la tristeza al azar? Puedes contarme. —me dice siendo tan amable como siempre sonrío.

—Segurísima, es solo un pequeño malestar y se me va a pasar. Además, no podría estar triste con razón si mi mejor amigo está celebrando su primer contra...

—¡Karol! Gracias al cielo, bella e ingeniosa Karol.

Con el ceño fruncido veo a Agustín bajar corriendo de las escaleras de la zona VIP.

Mierda, ¿qué hacen aquí?

Qué solo esté él, que sólo esté él, que sólo...

Reacciono cuando me toma de los hombros. Carla se pone alerta al instante y me rio.

—Dime que viniste con esa diosa.

—Ay, pero que hipócrita de tu parte preguntar por ella.

—Y que chismoso de tu parte meterte en conversaciones ajenas, bruja. —se defiende Agustín. Carla reacciona golpeando su nuca.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora