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Su petición me toma por sorpresa, no entiendo el punto de todo esto. Estábamos hablando de una cosa y ahora él...

Bueno, ahora me falta el aire.

Su sonrisa se extiende, vuelve a ponerse detrás de mí y su mano toma la mía que descansa en el borde de la bañera.

-¿Confías en mí? -pregunta en mi oído. Asiento.- ¿Qué tanto?

-Mucho. -digo segura. Él pone nuestras manos en debajo de mí pecho.- Pero es que yo...

-Haré todo cuanto me permitas. -me recuerda.- ¿Me permites hacer esto, Karol?

Mi cordura me grita que no, por mucho que la idea me atraiga o excite, ahora mismo no estamos atravesando un buen momento. La estrategia de Ruggero es llevarme a un punto sin retorno y debo resistirme a eso.

Pero entonces, mi mano, guiada por la suya, comienza a bajar por mi vientre y muerdo mi labio inferior mientras mi mente me grita una y otra vez.

No debes...

No debes...

No debes...

Un jadeo escapa de mis labios cuando la mano de Ruggero abandona la mía y toma la ventaja tocando en mi punto más sensible. Cierto los ojos.

Esto no está bien, debería detenerle, debería oponerme y ser la voz de la cordura en esta relación. Pero...

¿Quién soy yo para oponerme a las decisiones que él toma?

Lo está haciendo bajo su responsabilidad. Es un adulto, es consciente de lo que hace. Es...

Malditamente bueno en lo que hace.

Echo mi cabeza para atrás y mi mano alcanza la suya apartándola. En estos días especialmente mis hormonas están alborotadas y esto no me suena a una buena idea.

-¿Lo harás sola? -susurra en mi oído.

Y ahí voy yo de estúpida asintiendo.

Ahora mi propia mano toma el control de las acciones y por ende, de las emociones que quiero causar. Gimo, no sé si alto o no, solo sé que gimo y que acelero el movimiento de mis dedos sobre mi clítoris.

Mi mano libre acaricia mis pechos, mantengo los ojos cerrados, este es mi momento y lo estoy tomando como tal. Ya después me recrimino, después me cuestionando no respecto a lo que hago o dejo de hacer.

Como si la música quisiera contribuir, Notice de Little Mix comienza a sonar y muerdo mi labio inferior. La letra quizá sea muy oscura, pero la melodía combina perfectamente con la situación.

No sé cuánto tiempo pasa, pero a pesar de la pésima lubricación, logró llegar al orgasmo y un gran gemido brota de mis labios mientras agotada, apoyo mi espalda de nuevo contra la bañera.

Finalmente abro los ojos, y lo primero que veo, es la gran sonrisa de Ruggero. Sonrío también mientras normalizo mi respiración.

-Necesitaba eso.

-Lo sé. -asiente.- Y espero que lo hayas disfrutado.

-Lo hice.

-Ahora ven conmigo.

Extiende la bata hacia mí, salgo de la bañera y me pongo la bendita bata de baño anudando las tiras para seguirlo hacia mi habitación.

Cierro la puerta a mis espaldas y me aseguro de poner seguro a la puerta de la habitación mientras lo veo tomar una guitarra. ¿De dónde la sacó?

Me siento en la cama, él tira de la silla de mi escritorio y se sienta en esta.

-¿Recuerdas la canción que me escuchaste cantar la primera vez? -asiento. Sonríe.- Mentí un poco.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora