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—Ay, Andrés. De todos los lugares a los que pudiste traerme, llegamos justo aquí. —musito caminando dentro del auditorio. Él me sonríe.

—Créeme, es justo y necesario.

—En una situación como esta, aceptaba ir inclusive al motel, ¿pero aquí? ¿Tanto me odias por haber roto tu corazón que ahora me traes al lugar en donde la persona que rompió el mío está?

—Yo nunca podría odiarte, tonta.

—Tonta. —me rio.— Voy a patearte, maldito.

Él se ríe, camino con su brazo entrelazado al mío hacia la sala de ensayos donde somos muy bien recibidos por la bola de gente ensayando.

Evito mirar demás, solo respondo el saludo de Maxi y correspondo el abrazo de Agustín.

—¿Cómo estás? —me preguntan casualmente. Me encojo de hombros.

—Me siento vacía, pero no por su amigo, es algo muy mío. —explico.— Y si a eso le sumamos la ausencia de Guillermo...

Suelto todo el aire retenido, me he sentido muy sola estos días luego de haber terminado con Ruggero.

Y digamos que me he tomado la ruptura muy extraño. Nicole lloró todo el fin de semana, Carla tuvo que calmarla de mil maneras.

Y fue seguramente frustrante para ella porque mientras Nicole se deshidrataba llorando, yo me mantenía en silencio mirando el vacío.

Así que ella tuvo que llamar a Guillermo y decirle algo como...

Sé lidiar con el corazón roto de mi mejo amiga, pero no con el de Karol, no sé qué hacer. Me preocupa.

Y Guillermo le dijo que solamente me dejara en paz, que no me presione para absolutamente nada. Y es lo que ha hecho.

Pero yo ya extraño a mi mejor amigo. Tengo muchas ganas de llorar en su hombro y quejarme porque mamá es cada vez más rara conmigo.

Y de papá ni sus luces.

Y el premio a los padres del año es para...

—¿Aún no sabes nada de Guillermo?

—He estado evitando hablar con él. —admito.— Me va a sermonear.

—¿Por Ruggero?

—De ese no quiero saber ni la hora. —ruedo los ojos.— El motivo de mi sufrimiento es realmente importante.

—¿Algo en lo que te podamos ayudar?

—Bueno....

—Buenas tardes.

Un suspiro de alivio abandona mis labios, suelto mi mochila y volteo comprando que Guillermo acaba de llegar.

No me acerco pues espero que Carla tenga un momento de novia con él. Lo necesitaba.

Pero entonces siento una mano en mi espalda y la veo parada a mi lado.

—Nos hemos saludado esta mañana, ahora tú necesitas de él.

—Gracias. —le susurro y ella sonríe.

—Ya ven aquí, tonta.

Suelto una risita y corro hacia mí mejor amigo abrazándolo con fuerza. Él besa mi frente y corresponde mi gesto con tanta fuerza que me cuesta respirar.

Me mantengo en silencio hasta que las lágrimas comienzan a salir solas y él afloja su agarre permitiéndome acomodarme y ocultar mi llanto.

—Gracias. —le escucho susurrar. Me alejo viendo que se lleva mi mochila al hombro.— Y gracias por traerla, Andrés. Yo me encargo del resto.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora