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El amor es el sentimiento más abrumador cuando sólo uno se enamora. El amor es una mierda.

Pero claro que lo es, mi garganta está bloqueada, mi pecho quema y las lágrimas amenazan con salir en cualquier momento mientras camino por el pasillo.

No sé por qué mierda decidí venir luego de lo que pasó hace unas horas. No sé por qué simplemente no puedo asimilar que soy una mierda de persona.

Intento que no me duela el haber tenido que huir de su casa antes de que despierte y note lo que habíamos hecho. Probablemente no lo recuerde y es mejor así.

No podría soportar mucho más odio de su parte.

Pero tengo claro lo que le dije a Guillermo cuando llegué a casa y todos esperaban saber de mí. Tengo claro lo mucho que me sirvió quebrarme y llorar en frente de toda mi familia.

Si no lo digo hoy, no lo diré nunca y entonces seguiré sufriendo detrás de la sombra de un amor que no está hecho para mí.

Había decidido bañarme, cambiarme de ropa y venir hoy aquí dispuesta a hablar con él. Es evidente que no querrá escuchar, pero en caso de eso, he escrito una carta.

De cualquier manera tengo que soltar mis sentimientos.

El hotel en el que se llevará a cabo la ceremonia está absolutamente tranquilo, el piso que ha sido seleccionado para los novios y sus familias está extrañamente solitario y reconozco que la razón es porque faltan solamente treinta minutos para la ceremonia. Ya todos los invitados esperan abajo y solamente faltan los novios y su corte de honor.

Según lo que escuché ahí abajo, Jena había pedido unos momentos a solas antes de ponerse el velo y Ruggero aún está en la habitación con su madre.

Aún tengo tiempo de hablar con él.

Paso por una puerta entreabierta, escucho risas y me detengo caminando hacia esta. Es Jena.

Por la pequeña apertura la veo parada frente al espejo, lleva puesto un precioso vestido que luce muy bien su pequeño vientre de cuatro meses. Está sola, y por la manera en la que acaricia su vientre, sé que habla con el bebé.

—Nunca me sentí más feliz de lo que hoy me siento, pequeño. Lo hemos logrado al final. Ruggero y yo vamos a casarnos, y te prometo que, no importa quién es en realidad tu padre, él va a quererte como tal. —sonríe mirándose al espejo.— Todo lo que hice, lo hice por él y por él amor tan profundo que siento y ahora que estoy donde quiero estar, nadie me va a bajar. Seremos una gran familia, tú, tu padrastro y yo.

Estúpida.

Por mucho que me llene de ira escuchar esas palabras solo retrocedo y me centro en lo que tengo que hacer o jamás me iré de aquí.

Tres habitaciones más tarde por fin estoy frente a la puerta que quiero. Toco dos veces y la dulce voz de una mujer se deja escuchar, pronto la puerta se abre y la imagen de Antonella se deja ver ante mí.

—Karol. —dice sorprendida.— Pero tú...

—¿Puedo hablar con Ruggero?

Su gesto de confusión me hace titubear, pero tras mirar dentro de la habitación asiente y toma mis manos entre las suyas.

—Por favor no te sientas obligada a nada.

—Gracias.

Yo entro y ella sale, cierro la puerta a mis espaldas, pongo seguro y llevo mi mano dentro del bolsillo de mi chaqueta. Si no me escucha, le doy la carta y salgo de aquí, es sencillo.

Le veo parado en el pasillo, está apoyado en el barandal y mantiene su mirada fija en el jardín tan bonito que han decorado para este día.

Me detengo en medio de la habitación, y con un vacilante tono de voz, me atrevo a decir;

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora