Dos años después - Granada, España.
—Les perdono. —ambos se miran entre sí. Sonrío acomodando mi cabello en mi espalda. Finalmente lo he dicho y se siente malditamente liberador.— Mamá, papá, son ustedes dos de las personas que más daño me hicieron durante toda mi vida. Por no decir las únicas. Y ahora que ustedes han vuelto a ser una pareja, y que una vez más pisotearon los sentimientos de su hija, solo puedo decirles que les perdono por todo lo que gracias a ustedes tuve que pasar.
—Karol...
—También vine para que supieran que me voy a casar, no les pido que estén presentes ese día, solo quería que lo supieran y ya. No es como si les siguiera guardando un espacio en mi vida pues he comprendido que no vale la pena.
—Me alegro por ti. —musita papá. Sonrío.— Hija, quiero que sepas que...
—No, papá. Déjalo como está, no tiene sentido seguir usando excusa tras excusa, eso solo los hace más miserables de lo que ya son, les hace más insensibles y más ridículos. Y perdón que se los diga así pero no hay otra manera de decir la verdad.
—¿Algún día vas a perdonarme?
La pregunta de mi mamá me lleva dos años atrás cuando después de la boda de Ruggero llegué destrozada a casa, me lleva al momento exacto en el que pretendió no saber de mi dolor y dejó que la tristeza la sobrellevara sola.
Esas palabras, su mirada y la hipocresía en ella me hace recordar lo mucho que lloré en esa habitación de hospital luego de haber perdido a mi bebé, recuerdo que me dijo que pasaba porque Dios sabía que no servía para hija, mucho menos para madre.
Y sí, fueron esas mismas palabras que me motivaron para salir adelante, para admitir que no me encontraba bien y para buscar la ayuda de un psiquiatra.
Nunca atenté contra mi vida, nunca me sumí en drogas y depresión, pero sí sabía que mi estilo de vida debía cambiar y es lo que había hecho.
Había tomado las fuerzas suficientes para luchar contra mis propios fantasmas durante meses, y aunque no estoy completamente curada de todas las heridas, me siento muy orgullosa de mí. Y es que lo dejé todo atrás.
A mis padres, a Ruggero, a mi historia, a todo lo que un día me hizo sentir una mierda de persona como antes. Simplemente no podía más.
Al menos reconozco que hoy soy una mujer de veintitrés años, casi veinticuatro, completamente nueva. Aprendí de mis errores, modifiqué todo aquella que no me gustaba y había logrado construir a una Karol nueva y radiante.
Superé la pérdida tan grande de mi bebé, curé las heridas que mis padres dejaron al cortar mis alas y perdoné a Ruggero aunque nunca se lo dije. Y lo más importante....
Me enamoré.
De una persona que me hace mucho bien, de quien me hizo recuperar mi fe y aceptó mis errores sin sentirse orgulloso de ellos. Me enamoré de quien pronto se va a convertir en mi esposo.
Él es.... Todo lo que había soñado, quien me ayuda a encontrar siempre la forma más fácil de lidiar con el dolor, que me hace sentir como la mujer más amada de este planeta.
Él es Ryan Fernández, un increíble chico con una personalidad increíble y con muchas ganas de hacerme amar.
Y sí, me voy a casar con él, este sábado, en una bonita fiesta de playa en Marbella. Tal y como lo soñamos... Juntos.
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Inapropiadamente Peligrosa
Romance"Perdóname si te hice pensar que somos más que amigos" Puede que mis actitudes sean las de una mujer enamorada, pero eso no puede llegar a significar que voy en serio. Suele ser un poco típico de mi personalidad que mis sentimientos actúen en desacu...