—Lilith, querida. —llamó Lucifer desde su trono, con las piernas cruzadas y apoyándose en su mano derecha. Su mirada se encontraba pensativa mientras que con la yema de sus dedos se encontraba un leve picor de entusiasmo.
—¿Qué desea, Lucifer? —respondió a su llamado con clara molestia en su mirada.
Lucifer se creía tan superior a ella, tan superior a todos, y eso era algo que había estado tolerando durante demasiado tiempo. Ella fue la primera mujer del Edén, fue la primera mujer de Dios. Se supone que había salido del paraíso para construir su propio mundo y ser gobernante de este, no para estar a la sombre de otro.
—Dame el informe de como se encuentran mis queridos hijos en la Tierra. Tenemos casi las suficientes almas para completar el Armagedón y así liberar el apocalipsis.
—Mis hijos, señor. —corrigió esta bajando la mirada un poco.
—... ¿disculpa?
—Usted dijo sus hijos, pero en realidad yo soy la madre de los demonios, mi seño-
—¿¡Y acaso te lo pregunté!? —se levantó de su asiento, con un aura de soberanía y dominancia ante cualquiera haciendo retroceder a Lilith unos cuantos pasos—. Será mejor que no me vuelvas a corregir. —la tomó bruscamente del mentón mirándola a los ojos—. O haré que seas una simple mortal. Eliminaré todos tus poderes y envejecerás como todos ellos, ¿me entendiste?
Lilith se quedó callada, con los ojos abiertos y temerosos. Estos se comenzaron a humedecer mientras el picor comenzaba a hacerse presente en estos.
—Pregunté si me entendiste. —le sacudió la mandíbula, sacándola de su trance de terror por unos momentos.
—Si, ...mi señor.
—Bien. —la soltó y volvió a su trono, ahora con una mirada furiosa en su rostro que hacía que todos los esbirros en aquella sala, tanto en los techos como encima de las estatuas de gárgolas se escondieran por temor de lo que Lucifer pueda hacer—. Responde lo que te pedí inicialmente. Si es que tu cerebro fue capaz de almacenar siquiera esa información.
Lilith tomó un poco de aire, sintiendo su respiración temblar y sus manos posarse en su regazo. Se veía tan patética siendo la sumisa de otro hombre, y ella misma lo sabía.
Aquello le hacía recordar a Adán, en definitiva que lo hacía. Se había enamorado de él, pero eso no evito que viera todos y cada uno de sus defectos.
—Los esbirros me han informado que... —tragó duro—. Hay una cierta baja en los demonios. Al parecer han estado desapareciendo y muriéndose sin explicación alguna. Ya envié más esbirros a que investigaran cual era la causa de todo esto pero...
—¿Pero? —tensó su mandíbula.
—Uno de los esbirros me trajo esto, mi señor.
Sacó de la parte trasera de su vestido una hermosa, filuda e impenetrable pluma blanca con toques de escarchado azul en su punta. La sostuvo con ambas palmas hacia arriba, para que Lucifer la viera con mayor claridad.
Este revelaba fascinación en sus ojos, pero a la vez una gran e inexplicable ira.
Lo sabía, se trataba de Tzuyu. Estaba haciendo de las suyas nuevamente a pesar de que le había advertido no volver a meterse con él. Tuvo una gran pérdida la última vez que trató de enfrentarla.
Al parecer Dios si tenía a sus favoritos.
Podía jurar, y con mucha envidia y recelo, de que Tzuyu estaba casi a su nivel, si no es que ya lo había alcanzado. Pero eso era imposible. No había ángel más poderoso que él mismísimo Lucifer. Aquél que osó a enfrentar a Dios y a ponerse a ambos en la misma balanza.
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𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'
FanfictionContinuando con la historia anterior, luego de que Dongmin tuviera que abandonar a Moonbin solo para quedar al borde de la muerte y sin poder hacer nada por Jinwoo, quien se encontraba muy herido, nos encontramos varios años después en donde ocurren...