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Dongmin vio como Moonbin se asomaba cada vez más por la esquina. Sus vellos se erizaron y una extraña sensación de miedo se albergó en su interior, como si supiera que su presencia fuera peligrosa por alguna razón.

Aquél chico, que al parecer se llamaba Sanha, aún se mantenía dando vueltas en su lugar, tratando de pensar claramente y ver cual era la mejor opción para Dongmin. Porque claro, no sabía que era un ángel despreciado.

—¿Qué hace un chico aquí? —se preguntó a sí mismo, dirigiéndole su mirada y prestando con más atención las cadenas que él mismo había destruido.

Enarcó una ceja, bajando las manos de sus cabellos y mostrando una cara de completa intriga. Cayó en cuenta de que si él fuera una persona normal, ¿cuál sería la necesidad de colocar aquél tipo de cadenas?

Preguntas comenzaron a llegar a la cabeza de Sanha, haciendo que su mirada se ponga seria, tense la mandíbula y comience a retroceder.

—¿Quién... eres? —preguntó, poniéndose en alerta.

Había estado siendo perseguido por todo tipo de demonios las últimas semanas, así que por más inocente que parezca una persona no podía fiarse de ella.

La semana pasada había sido atacado por una pequeña niña de 7 años. La forma en la que su pequeño cuerpo se contorsionaba mientras caminaba por las paredes era una imagen que definitivamente quería olvidar. Y encima con esa voz de inframundo... definitivamente fue una pesadilla andante.

Dongmin no contestó. Su vista solo se quedó pegada en Moonbin, quien poco a poco se iba acercando a Sanha por detrás, a pasos silenciosos.

Sus ojos se tornaban oscuros en totalidad y su brazo derecho estaba siendo cubierto con sangre la cual poco a poco formó un gran y afilado sable que hizo detener la respiración de Dongmin.

Se sentía como un déjà vu.

—¿Por qué estabas encadenado? —preguntó Sanha, retrocediendo aún más y metiendo su mano dentro de su gabardina, apretando el mango de una de sus dagas.

—Y-Yo... —Dongmin no sabía que decir.

—¿Acaso... eras tú quien estaba llorando? —preguntó, queriendo resolver sus dudas.

¿Será un ángel?

Aquella pregunta en su cabeza le hizo ponerse más tenso, comenzando a retirar dos dagas en cada mano, listo para contraatacar.

No podía confiar en él, ni en nadie más. Los demonios son malos, y los ángeles también. Exceptuando el hecho de algunos compañeros demonios que tenía, los demás estaban llenos de maldad pura, que no dudaban en derramar sangre con tal de saciar sus deseos.

No veía sus alas en su espalda, así que eso le dio la leve esperanza de que este pensando demasiado y quizá su paranoia se esté sobrepasando.

—Dongmin. —mencionó—. Me llamo... Dongmin. —tragó fuertemente, mientras su vista se dirigía nuevamente hacia donde anteriormente estaba Moonbin, pero al no verlo en el sitio comenzó a buscar desesperadamente por todos lados, sin lograr encontrarlo.

Sanha notó eso, y se dio media vuelta, cerciorándose de que ambos se encuentren solos.

—¿Qué tanto buscas? —preguntó, levantando los hombros y volviendo a ver a Dongmin.

Pero lo que lo extrañó por completo, fue lo que se reflejaba en su mirada. Miedo, terror y pánico se podían notar con facilidad. Y Sanha no lograba entender el porqué. Lo estaba mirando, pero no creía que su presencia infunda tanto temor en una persona. 

𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora