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Con su vista trató desesperadamente de buscar algo, lo quesea que esté cerca de él que lo ayudara a remover de aquellas cadenas que lo quemaban al mínimo movimiento. Pero en el fondo sabía que nada lo iba a poder ayudar a menos que el mismo demonio que le había puesto aquello lo desatara y librara de la maldición.

La verdad era que no sabía que hacer. Ni siquiera había tenido el tiempo suficiente para poder superar la muerte de Jinwoo. Ni siquiera había podido ver su cuerpo por última vez. Ni siquiera se había despedido como era debido...

Y todo por culpa de Tzuyu.

Ella era la culpable de todos los males que le habían ocurrido. Si ella nunca hubiera existido nada de esto estuviera pasándole. Pero para que ella existiera, tuvo que haber un creador, y Dongmin lo conocía muy bien. Más de lo que le gustaría.

Dios.

Si tan solo no hubiera sido su juguete, su lacayo, su esclavo, su máquina de dolor. Si tan solo hubiera tenido una feliz vida como todos esos ángeles que habitaban el paraíso, aquellos niños sonrientes, hermanos jugando, criaturas hermosas que ningún humano podría imaginar.

Si tan solo no hubiera nacido quizás y las cosas hubieran sido muy diferentes como eran ahora.

No solo lo decía por él. Sino por Jinwoo y Moonbin. Si no hubiera nacido Jinwoo nunca lo hubiera ayudado, y nunca se hubiera enfrentado a los trillizos y a Miguel. Si no hubiera nacido, nunca se le habría acercado a Moonbin y ninguna de aquellas horrorosas cosas les hubiese causado.

La verdad es que ni siquiera sabía el por qué Tzuyu lo perseguía. ¿Qué tenía él en especial de tantos ángeles? ¿Qué podía ofrecerle él? Absolutamente nada. Entonces... ¿Por qué?

En ese momento Dongmin se dio cuenta de que había algo más que no estaba viendo, algo que había sucedido entre él y Tzuyu que de alguna manera no se había dado cuenta.

Pero en eso, una repentina imagen había llegado a su cabeza. Una que definitivamente lo había perturbado a más no poder haciendo helar su sangre.

A su mente lo único que venía era el nombre de... Maciel

Y junto con ello un montón de gritos, torturas y lágrimas. No podía ver clara la imagen, pero estaba en el aquelarre e medio de la nada en el que Moonbin lo había dejado. Ni siquiera podía recordar qué era lo que había pasado con exactitud. Las imágenes eran confusas y estaban en desorden.

Pero entonces, una frase de gran impacto llegó a sus labios.

Sin testigos no hay pecado...

La sangre se escurría entre sus manos, mientras que el cuchillo aún se mantenía enterrado en el pecho de Maciel.

—No, no, no...

Y en ese momento Dongmin lo recordó. Había sido abusado por Maciel en aquél aquelarre. Lo había maltratado, violado y golpeado. Y cuando tuvo la oportunidad de liberarse, estando completamente fuera de sí comenzó a perseguir a Maciel por toda la casa hasta... matarlo.

—¡No, yo no hice eso! ¡No, no, no!

Comenzó a patalear en desesperación, importándole poco que se estuviera moviendo y que aquellas cadenas lo estuvieran quemando por completo. Los gritos de dolor de Dongmin resonaban por todo el edificio, literalmente.

Un ángel despreciado por su padre estaba sufriendo por actos que ni siquiera había cometido a consciencia propia.

Pero los humanos eran incapaces de oírlos. Ninguno de ellos era lo suficientemente puro como para poder oír los gritos de un ser celestial como lo era un ángel. Así este esté corrompido por dentro.

𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora