𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'

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¿Por qué esto se siente como un déjà vu?

Dongmin recuerda la vez en que se lanzó de aquél gran edificio, con la intención de acabar con su vida luego de perder a Jinwoo en el cielo. Pero Moonbin estuvo ahí para detenerlo en ese entonces, para evitar su muerte. La sensación de sus fuertes brazos sostenerlo aún le hacían cosquilleos en el cuerpo.

Y ahora las cosas eran todo lo contrario.

Aunque después de todo... la sensación de estar cayendo en el vació, ya era muy familiar para Dongmin.

Toda su vida había estado cayendo a una oscuridad que lo consumía. Desde que nació sabía que él era distinto a los demás. O al menos eso fue lo que Dios le hizo creer.

Aún recuerda la primera y única vez en la que el señor lo cargó entre sus brazos, lo arrulló, lo mimó y jugó con él. Pero luego de eso, luego de que Miguel llegara con un par de gigantescos huevos dorados entre sus manos, el señor cambió.

Cambió tan repentinamente que todos los ángeles comenzaron a debilitarse. Y él fue el más afectado.

Al ser un recién nacido, era el más débil. Y Dios se desquitó con él durante los siguientes años, hasta que fue encontrado por Moonbin.

El mismo Moonbin que ahora quería asesinarlo por algo que él ni siquiera había hecho.

Lucifer... padre de las mentiras.

Bufó mentalmente al ser tan tonto. Aún se preguntaba a qué se refería Moonbin con el haber asesinado a su hermana. Era un hecho que aquello era una vil mentira. ¿Pero cómo le hizo creer que aquello era verdad?

¿Dónde está el Moonbin que lo cuidó y amó?

Cierto. Lucifer eliminó todo recuerdo de él cuando lo salvó del veneno de Tzuyu.

Fui un tonto al confiar en él.

Pero entonces... ¿No hay forma de que los vuelva a recuperar? ¿No hay forma que Moonbin lo recuerde nuevamente? ¿Acaso su destino siempre sería el sufrimiento? Perdió su hogar, perdió su identidad, perdió su fe, su Dios. Perdió su etnia. Lo rechazaron, maltrataron, abusaron y denigraron hasta más no poder.

Moonbin fue la primera persona que lo hizo sentirse amado.

Lo perdió todo, porque era débil. En este mundo, entre los ángeles y demonios. E incluso en la superficie terrestre, lo único que importaba era el poder. El poder lo controlaba todo.

—Vamos Dongmin... deja ir esos recuerdos. Deja ir tus debilidades y acepta la llama de tu interior. —dijo Luzbel en su inconsciente, mientras se paseaba por sus hombros en aquella habitación de completa oscuridad.

—Si lo acepto... ¿Ya no seré débil? —preguntó débilmente, sintiendo como su cuerpo, en el exterior, aún caía del edificio.

—No... ya no lo serás. Tendrás el poder suficiente para recuperar todo lo que se te fue arrebatado. Tendrás el poder para dominar cada reino que quieras. Volverás a tener tus alas de vuelta...

Un ligero escalofrío lo recorrió, viendo las alas que tenía. Era cierto, esas alas no le pertenecían.

—Entonces... acepto. Tengo que ser fuerte, tengo que tener poder para proteger a los que quiero. Tengo que tenerlo para no perder lo que es más preciado para mí.

Luzbel rio juguetonamente.

—Entonces... es todo tuyo. —una llama roja apareció frente a él, flotando cerca a su rostro—. Tómala, y nadie se reirá de ti nunca más.