✦18

282 49 90
                                    

—Mi Señor.

Todos los ángeles guardianes con su reluciente armadura se arrodillaron en fila en menos de un segundo al ingresar a la sala principal, en donde se encontraba su creador todo poderoso, Dios.

Sus miradas serias iban con sus rostros perfectamente delineados, pulidos y delicados. Sus pupilas, blancas y resplandecientes al igual que sus cabelleras.

—¿Qué puedo hacer por ustedes? —preguntó este mientras posaba su vista sobre ellos desde lo alto, y colocaba una gentil sonrisa en su magnificente rostro.

Uno de los ángeles se colocó de pie, y avanzó unos pasos hacia al frente para nuevamente arrodillarse, pero esta vez con las palmas extendidas y abiertas a su adelante, revelando así un extraño objeto en medio de estas que su Señor vio de forma curiosa.

—¿Acaso eso no es... 

—Así es mi Señor. —se puso de pie—. Esta aureola le pertenece a Sariel, el encargado de los pecadores.

O como nosotros lo conocemos, Jinwoo.

El Señor se inclinó hacia adelante, y tomó entre la yema de sus dedos aquella aureola completamente negra y quebrantada de la forma más delicada posible, pero eso no evitó que con cada simple brisa de aire se comience a hacer añicos lentamente. La examinó minuciosamente, y efectivamente, aquella aureola le pertenecía a Sariel.

—¿Alguien sabe el por qué sucedió esto? —todos  los presentes se quedaron en silencio, tragando algo nerviosos y no saber que contestar—. Debieron ser los demonios. Esas sabandijas siempre tratan de interferir con los asuntos del cielo... pero de todas formas Sariel, o como se hacía llamar, Jinwoo —dijo con burla en su tono al mencionar su otro nombre que él mismo se había proclamado—. Estaba castigado por haber roto las reglas. Aunque recuerdo que se había suicidado frente a todos, tomando del cáliz de cicuta como castigo.

Hizo una leve pausa.

—¿Tuviste algo que ver, Remiel? —preguntó posando su vista en este, que se encontraba entre los ángeles frente a él ubicado en una de las esquinas.

El mencionado, nervioso y con las manos sudorosas, negó rotundamente al instante al oír su pregunta. Trató de plasmar gran seriedad en sus ojos, pero en el fondo quería llorar, y un par de compañeros a sus laterales lo notaron raro. Quería llorar, quería gritar como nunca antes en toda su longeva vida.

Porque esta vez no estuvo para él como las veces anteriores, y ya era demasiado tarde.

Jinwoo, una persona amable, generosa y cálida con todos, fue uno de los mejores ángeles que conoció. Era muy fuerte a decir verdad, incluso mucho antes de que se haya convertido en un arcángel. Lo consideró su mejor amigo desde el primer día que lo conoció, al igual que todos sus demás compañeros.  Rafael, Uriel, Raguel, Gabriel, e incluso el mismísimo Miguel, actualmente el arcángel más fuerte de todos ellos.

Cuantas cosas habían cambiado con el tiempo. Eran tantas como para enumerarlas.

—Bueno. No creo que las cosas cambien mucho de todos modos. Tú. —señaló a un ángel en específico.

Este levantó la cabeza, poniendo toda la atención a las palabras que Su Señor le diría. Era considerado uno de los mejores ángeles actualmente. Poseía una gran fuerza, gran belleza y su amabilidad superaba a la de muchos. Había ayudado a tantas almas, a tantas personas que su corazón estaba lleno de pura bondad.

Los traviesos mechones de su cabello castaño caían en su mirada. Su reluciente armadura encajaba perfectamente con su formado y esbelto cuerpo, permitiéndole toda la agilidad posible. 

𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora