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Varias semanas han transcurrido desde que Lucifer tomó a Dongmin como su esclavo. Y justo en este momento, su ejercito estaba listo para salir a la superficie.

El apocalipsis estaba apunto de iniciar.

Cada día había sido una tortura para el pequeño ángel, pues su energía vital como ángel era tomada a la fuerza y de maneras horrorosas para dárselas a esas bestias que cada vez se hacían más fuertes y más grandes.

Su cuerpo estaba débil, estaba cansado, ojeroso y el sueño lo vencía. Pero aún así no podía descansar, no ahora cuando Lucifer lo necesitaba más que nunca.

—¡Hemos llegado, mis queridos hijos! —exclamó Lucifer, colocándose frente a la infinita horda de demonios que estaban tras ellos.

Al frente se encontraban Rocky, Sanha, las hermanas y Moonbin atados con grilletes infernales que les impedían moverse. Se encontraban de rodillas al suelo con las manos atadas en la espalda mientras que detrás de cada uno se encontraba un demonio diferente apretando las cadenas y sacándoles ligeros jadeos de dolor.

Dongmin se encontraba de pie justo al lado de Lucifer, viendo todo lo que él había prácticamente creado.

—¡Detrás de esta puerta, todos vosotros ingresaréis al mundo terrenal! —la voz de este resonaba por aquella extensa y gigantesca cueva—. ¡Para implantar el caos, el dolor y la destrucción! ¡El reino de los cielos caerá el día de hoy!

Los demonios al oír sus palabras hicieron un gran alboroto, gritando y rugiendo de la emoción mientras que los esbirros y los demonios con alas volaban de un lado a otro chocando contra las paredes.

—Pero para abrir la puerta, necesito de tu ayuda, Dongmin. —dijo girando hacia él extendiéndole una mano—. ¿Me harías el honor?

—¿Tengo opción? —preguntó decaído y con voz baja.

—No. —tomó su mano de forma brusca y la envolvió entre sus dos palmas cerrando sus ojos.

Hanc vim ego surripiam ad portas inferni aperiendas. Indere chaos. Interitus et cruciatus. Apocalypsis vera erit, et coelum et humanitas ante pedes nostros procident. —con cada palabra que fue diciendo, símbolos raros comenzaron a extenderse por el brazo de Dongmin, iluminándose y haciendo doler al contrario el cual se estaba retorciendo de dolor.

Lucifer absorbía el poder de Dongmin con el pasar de los segundos, notándose por los símbolos angelicales que aparecían en sus brazos.

Al terminar, sonrió con sorna soltando la mano del contrario y dejándolo caer al suelo como si de basura se tratara. Caminó hasta la gigantesca puerta y cerró los ojos suspirando.

Colocó sus manos en los dos círculos que había en cada una, y estos se iluminaron y crearon un rio de luz roja el cual fue extendiéndose por toda la puerta. Los dos círculos que Lucifer tenía presionados giraron, haciendo que los demás que se encontraban encima suyo comenzaron a girar de igual manera, como si de un mecanismo de engranajes se tratara.

Lentamente los grilletes que sostenían los lados de la puerta fueron cayendo. Las cerraduras que la puerta contenía por toda aquella franja del medio lentamente iban deslizándose para un lado produciendo un estridente sonido que erizaba la piel de todos.

Dongmin se fue levantando del suelo con torpeza, dando un vistazo hacia Moonbin el cual lo veía con unos ojos tristes y temerosos. No podía decir palabra alguna, pues tenía un grillete puesto alrededor de la altura de su boca al igual que todos sus compañeros así que lo único que salían de él eran jadeos y sonidos provenientes de su garganta.

Aperire. —susurró Lucifer una vez todos los seguros habían sido retirados.

La puerta del infierno se abrió y dio paso a los demonios ingresar al mundo terrenal.

𝙼𝚢 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 & 𝙼𝚢 𝙳𝚎𝚖𝚘𝚗 ➋ || '𝔅𝔦𝔫𝔴𝔬𝔬'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora