IX

63 11 0
                                    


You, you love it how I move you
You love it how I touch you
My one, when all is said and done
You'll believe God is a woman
And I, I feel it after midnight
A feelin' that you can't fight
My one, it lingers when we're done
You'll believe God is a woman.

And I can be all the things you told me not to be
(Yeah)
When you try to come for me, I keep on flourishing
(Yeah)
And he see the universe when I'm the company
It's all in me

God is a woman - Ariana Grande 



Solía apagar el móvil en la tienda. Ninguna de sus compañeras lo hacía, pero ella sí. La tenían por alguien aplicado que se tomaba en serio su trabajo, alguien centrado, responsable. Summer siempre llegaba a su hora, siempre tenía una sonrisa, incluso en los días más largos con los clientes más estúpidos. Nada más lejos de la realidad.

Summer odiaba la tienda, a la gente que compraba allí, el aire de superioridad con el que la miraban. Pero le gustaba que todo fuera fácil: recibe cajas, cuelga ropa, viste maniquíes, gestiona pedidos, atiende a señoras, explícales por qué no puedes aplicar ese descuento.

No, no le interesaba lo más mínimo el trabajo. De hecho, al principio solo le interesaba ponerse la ropa carísima que vendían allí pero con el tiempo le empezó a parecer aburrida. Tenía un par de compañeros que le caían bien pero el resto le resultaban insípidos, monótonos, aburridos. La encargada iba de dura, pero la verdad es que Summer había tenido un montón de curros bastante peores, así que no le parecía nada del otro mundo. Pagaban bien y le habían dado más horas, así que le compensaba.

Sin embargo, aquel día no apagó el móvil y no paraba de mirar la hora. Sentía un nerviosismo adolescente, como en la última hora del viernes, cuando solo estás deseando salir e irte por ahí con tus amigas. Esa sensación preciada, como vibrante, que hacía mucho que no tenía.

-¿Tienes algún plan con tu novio?- preguntó Erin, su compañera. Era una chica rubia, un par de años mayor que ella, que tenía un aire bobo que a veces la ponía un poco nerviosa, con los ojos muy grandes y siempre mirando a todas partes con cara de susto. No daba problemas, era complaciente como un corderito, así que le gustaba que las pusieran juntas. Era buena chica en realidad, aunque parecía siempre en otro mundo.

-No, ¿por?

-Porque parece que hoy tienes ganas de salir.

Summer sonrió. Quedaban 10 minutos para el cierre y todo estaba tranquilo. Unas mujeres charlaban en los probadores. La tienda estaba colocada, la caja estaba casi cerrada.

-Salgo con mis amigos. Ha vuelto una amiga a la ciudad. Me apetece mucho bailar.

-Claro, eres bailarina, ¿no?

-No, no. Bailaba antes. Ya no.

No lo pensó mucho antes de decirlo, la respuesta le salió sola de una forma casi dolorosa, como si arrancara una postilla de un tirón y luego empezara a sangrar de nuevo. Decidió que prefería poner la mente en los Manolos que Juliet le había regalado. Dios mío, unos Manolo Blahnik.

-Qué guay. La verdad es que yo soy muy torpe. ¿Eras animadora en el instituto?

-Sí, claro. Era divertido. Ganamos algún premio estatal.

Sentía que hacía como una vida de eso. Guardaba el uniforme en una caja al fondo del armario. A lo mejor se lo habían comido las polillas ya, ¿o le seguiría quedando bien? No había hecho mucho ejercicio últimamente pero no había cambiado de talla. A lo mejor estaba algo más fofa.

SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora