XXXIX

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Five, six, seven, eight
Dance with me in my backyard, boy
Looking super fine in your corduroy
Drive me 'round the block
We can go in a loop
And we'll turn the volume up
On some good boy band tunesLove to feel the fresh air
I can feel your eyes stare
And I'm not gonna lie
I get a little bit scared
My heart is on wings
I'm living in dreams
And at the top of our lungs we sing.


Backyard Boy - Claire Rosinkrandz 


-Así que Marie- Grey sonrió, ladeando la cabeza.

-¿No me pega? Jasmine Marie. Mi madre es un poco cursi- admitió la chica. No parecía que eso le diera ni una pizca de vergüenza.- Conste que no me molesta, de hecho me gusta. En el colegio me llamaban Marie.

-Es encantador- respondió el rubio.- Pero Jass tiene más ritmo.

-En eso te tengo que dar la razón.

A lo mejor era una tontería pero después de trabajar en un club, Grey pensó que a Jas no le apetecería mucho entrar en otro. Así que habían cenado en un sitio que le gustaba mucho, un restaurante familiar cerca del río. La comida no era deliciosa pero tenía una terraza llena de plantas y de farolillos, con fuentes que emitían un murmullo suave. A veces había música en directo, pero en eso no habían tenido suerte. El tiempo, sin embargo, sí acompañó: había hecho un día cálido y una noche fresca, agradable.

Se estaban cargando el planeta: parecía principio de verano pero no lo era. Se sentía un poco culpable por haber elegido bien el sitio.

Al principio no pensó que lo hubiera hecho, claro, lo de elegir bien. Pensó que a Jass le parecería cutre o ñoño o aburrido. Pensó que en realidad era una tontería, que podía haber conseguido entradas para alguna fiesta, alguna reserva en algún sitio caro o elegante. Se puso nervioso pero se dio cuenta de que más nervioso le pondría hacer un paripé absurdo. Que esa representación teatral no le interesaba lo más mínimo. Sería como no decir la verdad.

-¿Así que llegaste a la ciudad y no querías ser más Marie?

-No, no. Chelle me sigue llamando Marie. Que, por cierto, se llama Michelle Jeanet, que es bastante más duro. Que ni siquiera es una mínima parte de lo duro que es llamarse Dorian Grey.

Grey se rió. No iba a mentir, tenía expectativas con esa cita. Conocía a Jass desde hacía unos años y claro, ¿cómo no iba a gustarle? Pero él siempre había estado en pareja, con novias más o menos duraderas, y cuando estaba libre había sido ella la que estaba con alguien. A veces esas cosas ocurren. Tampoco pensó que ella aceptaría: era tan moderna, tan extraordinaria, que le daba la sensación de ser demasiado chapado a la antigua. O algo así. Pero de verdad que no quería mentir.

Después de ver tanto tiempo a su padre codearse con tipos importantes solo para aparentar que era lo que en realidad no era Grey se había dado cuenta de que no quería nada así para su vida. No necesitaba ser nada más de lo que era. Y a él le gustaban las citas, los sitios tranquilos y una conversación larga. Y si no encajaba con Jass le daría pena, pero no pasaría nada: ella tampoco se merecía estar con alguien que la mintiera.

-Sí, pero también te digo que es una condena solo de listos. En mi instituto nadie sabía quién era Dorian Grey hasta que sacaron la peli.

-¿Entonces se rieron?

-La mayoría dijeron que yo era más guapo.

Jass sonrió. Llevaba unos vaqueros oscuros y un jersey negro fino, un poco transparente. Llevaba el pelo muy corto y muy rubio y nada de maquillaje, o lo que a él le parecía que era nada de maquillaje. La verdad es que le sorprendió porque siempre la había visto mucho más arreglada, pero es que la mayoría de las veces habían coincidido en alguna fiesta, en algún bar. Es curioso cómo los momentos determinan la imagen que tenemos de las personas.

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