What she asked of me at the end of the day
Caligula would have blushed"Oh, you've been in the house too long" she said
And I naturally fledIn my life
Why do I smile
At people who I'd much rather kick in the eye?I was happy in the haze of a drunken hour
But heaven knows I'm miserable now"Oh, you've been in the house too long" she said
And I naturally fledIn my life
Oh, why do I give valuable time
To people who don't care if I live or die?
Heaven knows I am miserable now - The Smiths
No parecía un antro de desintoxicación. Parecía uno de esos sitios donde las empresas te llevan a hacer dinámicas de grupo absurdas con las que pretenden justificar el que tu descanso de mierda dure siempre menos de lo que debería. O un hotel, pero no un sitio para desintoxicarse.
Ezra nunca había tenido que desintoxicarse, claro. Tuvo que pasar unos meses en un correcional por una pelea. Bueno, por unas cuantas peleas. Y luego, tuvo que hacer trabajos a la comunidad e ir a un grupo de terapia porque se puso tonto con un policía una vez que estuvo colocado. Fue muy fácil porque él no era adicto: no había mucho que hacer en realidad.
Pero sí sabía que había antros mucho peores que aquel. Sabía que había sitios reventados a grafitis porque tenía colegas que habían acabado allí, la mayoría de las veces por condenas de mierda. Nunca servían para nada y cuando entraba alguien medio limpio le era tan fácil pillar que acababa enganchado. Agujeros negros financiados por el estado.
Aquel lugar era como un hotel, sí. Con una recepcionista que le preguntó su nombre de forma amable y que luego había llamado a la doctora por un interfono. Olía a limpio y a ambientador. La moqueta no tenía restos de vómito. La luz entraba por los grandes ventanales y el hilo musical era agradable. Era un sitio bonito. Seguro que su tía Audrey se estaba gastando una auténtica pasta. Le pareció una gilipollez: como si su madre fuera a aprovecharlo.
Gillespie tenía la pinta que él le había imaginado: una tía grande, con hombros anchos y pelo muy corto. Seguro que hacía judo o karate o así. Como poco hacía pesas; sus brazos eran inmensos y tenía pinta de dura. Era solo un poco más baja que él. Le saludó con un apretón de manos y un gesto que no era ni demasiado amable ni demasiado frío. Entendió por qué Summer le había dicho que era una tía muy capaz: no le vino con sensiblerías ni con ninguna historia de compasión.
Ezra había visto a muchos psicólogos, claro, casi desde el jardín de infancia. Cuando era un crío fue uno de esos niños que tocaban las narices por sistema, le salía solo: el don de sacar de quicio a cualquiera. Luego empezó a explotar ese talento de forma totalmente premeditada y ahí empezaron a diagnosticarle cosas con nombres larguísimos: que si hiperactividad, que sí trastorno de la conducta desafiante... Bueno, ese último quizás no estaba tan lejos de la realidad.
Ninguno de esos psicólogos le habían hecho demasiado caso, ninguno le había dicho nada que le sirviera. A veces se comportaba y dejaba de causar problemas pero solo lo hacía cuando se temía que podían llamar a Servicios Sociales. Que no es como si Servicios Sociales hicieran su trabajo, pero esos solían ser un engorro. Así que no tenía ninguna fe en los trabajadores sociales, en los psicólogos ni en el estado en general.
Le explicó lo que había: su madre iba bien. Estaba recibiendo terapia y estaba respondiendo de forma adecuada. A saber qué coño significaba eso de "forma adecuada". Con Summer la situación había mejorado, aunque aún les quedaba trabajo. Sabía que su hermana iba con frecuencia y sabía que había dejado de llevar el coche para que él no se enterara, seguro que Josh la acercaba mucho más de lo que suponía.

ESTÁS LEYENDO
Salvajes
Novela JuvenilJuliet está rota porque quien debía quererla no la quiso. Ezra está en guerra con el mundo porque no sabe hacer otra cosa. LeBlanc tiene miedo de admitir que está enamorado. Summer siente tanta culpa que no es capaz de vivir del todo. Grey no tiene...