Carve your name into my arm
Instead of stressed, I lie here charmed
'Cause there's nothing else to do
Every me and every you
Sucker love, a box I choose
No other box I choose to use
Another love I would abuse
No circumstances could excuse
In the shape of things to come
Too much poison come undone
'Cause there's nothing else to do
Every me and every you
Every me and every you
Every me
Every me, every you - Placebo
En Trainspotting, Sickboy dice que la mañana siempre cuida de sí misma. Hay algo demasiado legal en las primeras horas del día, después del amanecer, cuando toda la gente corriente va a hacer sus cosas corrientes. Ve al trabajo, deja a los niños en el cole, compra la fruta más fresca que encuentres. Ahí nunca pasa nada apasionante: son los engranajes de la vida. Juliet lo pensaba un poco así.
La mañana tenía un aire triste. El día después de una fiesta siempre tuvo para ella una forma parecida a la melancolía. Despertó con LeBlanc a su lado, en su cama. Grey también estaba allí, roncando de forma plácida. Recordaba haber jugado al streap-pocker y no haber perdido nada, porque ella era muy buena a las cartas en general. También se acordaba de haber hecho trampas; uno nunca espera que alguien como Juliet haga trampas, así que procuraba hacerlas siempre que podía.
Las cortinas estaban echadas, se sentía pegajosa. Olía a sudor, a cenizas y a haberse derramado alguna copa encima. Tenía el estómago revuelto y la espalda dolorida. Y, sin embargo, se sentía como revoloteando, ligera, feliz. La sensación de haber vuelto a casa se le había clavado en el pecho. No se le ocurría ni una mala noticia que pudiera amargarle esa sensación.
En el piso de abajo, que parecía haber sobrevivido a la guerra, Summer y Dylan dormían tranquilos y abrazados. Sonaba la radio, que no debieron apagar de la noche anterior. Subió las escaleras de nuevo y se dirigió al baño. La última vez que había vuelto a la ciudad, tres meses antes, LeBlanc le había dejado su habitación de invitados. Aquella vez su padre tampoco había respondido.
Se sacudió. Abrió la puerta del baño.
-Pero bueno...- sonrió. Ezra estaba en el suelo, con la cabeza apoyada en el váter. Tardó unos segundos en abrir los ojos. Esbozó una leve sonrisa antes de volver a cerrarlos.
La chica cogió una de las toallas y la humedeció un poco. Fue junto a su amigo. Primero tiró de la cadena y el agua se llevó el vómito. Le ayudó a echarse hacia atrás y le pasó el paño por la cara con cuidado, apartando su pelo negro. Él solo se dejó hacer, somnoliento.
-La resaca te va a durar tres días, espero que lo sepas. El ácido tiene muchas cosas buenas pero esa no es una de ellas.- dijo ella. Él la miró, pero no dijo nada. Con manos hábiles Juliet le quitó la camiseta, también manchada. Bufó cuando vio el corazón roto que se había tatuado con línea fina en el pecho, en el esternón- Dios, Ezra, eres un fuckboy. Eso sí que es doloroso.
El chico siguió sin responder, pero no puso pegas. Ella tiró la camiseta al cesto de la ropa sucia. Así, al menos, olía algo mejor.
-¿No piensas hacerme caso?- preguntó Juliet, con voz melosa. Él ni se inmuto. La rubia, sin saber si era un juego o si de verdad estaba tan hecho polvo, se encogió de hombros y se levantó. Ella también estaba algo mareada: el rimel se había esparcido por toda su cara. Se dirigió al lavabo, abrió el agua y se mojó la cara. Cogió cualquier jabón para, al menos, quitarse la sensación horrible del maquillaje: detestaba no quitárselo antes de ir a dormir, era lo que la hacía sentir más sucia en el mundo.

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Salvajes
Teen FictionJuliet está rota porque quien debía quererla no la quiso. Ezra está en guerra con el mundo porque no sabe hacer otra cosa. LeBlanc tiene miedo de admitir que está enamorado. Summer siente tanta culpa que no es capaz de vivir del todo. Grey no tiene...