Where did you come from, baby
How did you know, I needed you
How did you know I needed you so badly
How did you know I'd give my heart gladly
Yesterday I was one of the lonely people
Now your lying close to me, making love to meI believe in miracles
Where're you from, you sexy thing, sexy thing you
I believe in miracles
Since you came along, you sexy thing
You sexy thing - Zella Day
Juliet apenas tardó unos segundos en abrir la puerta de su estudio.
-Oye, no sabía qué... Pero bueno, qué guapo estás- dijo ella, verdaderamente sorprendida. Le miró de arriba a abajo de una forma tan minuciosa que se sintió orgulloso. El pelirrojo entró con paso decidido. Llevaba unos pantalones negros pitillo y una camisa del mismo tono oscuro. Además, se había puesto un chaleco un poco satinado que le había costado una pasta en una tienda de segunda mano: aunque era negro se podían percibir unos leves dibujos barrocos. Era de Versace, una de sus posesiones más preciadas.
-Te he traído un regalo- dejó un maletín oscuro y acolchado sobre la mesa.
-No quiero que me des tu proyector- ella frunció el ceño. Llevaba una toalla en el pelo.
-¿Por qué no? Yo solo lo uso para ver pelis contigo. Y tú no ves la televisión, solo películas, que seguro que disfrutas más usando esto y así puedes decir que eres moderna e indie e intensa. En serio, llevo un tiempo pensándolo y no es algo que a mi me haga falta.
Juliet frunció el ceño, cruzándose de brazos. Le seguía costando mucho recibir regalos, LeBlanc se había dado cuenta de eso, pero de verdad que él no necesitaba el proyector: lo había comprado en un arrebato pero lo cierto era que siempre le daba mucha pereza conectarlo y eso que llevaba poco más que un puerto usb. La chica cerró la puerta empujándola levemente con el pie.
-¿Es porque te obligué a ver Fanny y Alexander?
-Esa película fue un puto sopor. Lo único bueno es que ahora puedo decir que he visto cine de Ingmar Bergman y darmelas de listo.
La rubia no pudo evitar sonreír.
-Mira, vale. Gracias. La verdad es que es una pasada de regalo. Pero si me hubieras avisado...
-Esa es la segunda parte. Vamos a tener una cita.
-¿Cómo?- le gustó que la sonrisa de la chica no se borrara, aunque pareció algo confusa.
-Dijiste que te gustaría tener una cita. Pues bien, tengamos una. Iremos al restaurante más exclusivo de la ciudad y luego nos tomaremos algo. Seremos gente elegante y quizás nos achisparemos con champagne. Y luego, si quieres, dormimos juntos. Hacemos la cucharita o algo así, lo que quieras. ¿Qué te parece?
-Pues... yo... Me parece un buen plan, la verdad.
No esperó que fuera tan fácil.
-Perfecto, porque el Uber lo he pedido para dentro de 25 minutos. Eres demasiado guapa como para que no te de tiempo a arreglarte.
-Pero... ¿Por qué te apetece todo esto?
Dejó el casco sobre la mesa. Había llegado hasta allí en moto porque cada vez era más vago y no le gustaba caminar pero al Baroque no se podía ir en moto; ni hablar. Venus le mataría. Su chaleco no sobreviviría.
-Primero, porque creo que sería divertido. Y segundo, porque es un favor para mi. Mi jefa quiere que vaya.
Se puso un poco nervioso pero no se le notó. Era muy reticente a hablar de su trabajo con sus amigos; no quería meterles en esas cosas. Por norma no le pediría a ninguno que le acompañara a Baroque; no quería que Venus supiera de su vida de verdad, necesitaba esos dos mundos apartados. En los últimos tiempos, sin embargo, el tema le ponía tan nervioso que había compartido algunas cosas con Juliet. Ella le daba mucha calma, su sola presencia le reconfortaba.
ESTÁS LEYENDO
Salvajes
Teen FictionJuliet está rota porque quien debía quererla no la quiso. Ezra está en guerra con el mundo porque no sabe hacer otra cosa. LeBlanc tiene miedo de admitir que está enamorado. Summer siente tanta culpa que no es capaz de vivir del todo. Grey no tiene...