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- Harry.

- Louis.

El castaño siente como su estómago hormiguea al ver a Harry, tan de cerca, tan de repente y tan inesperadamente.

Apenas un roce fue suficientemente electrizante para sus cuerpos, uno imperceptible hizo a sus sentidos agudizarse.

Entonces el rizado inhaló profundamente el aroma que caracterizaba a Louis, trayendo a su mente aquellas veces que jugaba con su nariz en el cuello del castaño.

Louis se perdió en los rizos de Harry, que ahora caían hasta sus hombros, se perdió en el color pálido de la piel del rizado y en sus hoyuelos adornando su sonrisa tímida.

El rizado iba a empezar a balbucear algo. Pero lo interrumpió el conductor del bus asomando la cabeza.

- Ey, amigo ¿vas a subir?

El rizado desvía su vista de los ojos de Louis y los dirige al conductor, luego vuelve su vista a la del castaño.

- Claro, ya subo -responde el rizado asintiendo.

Louis se hace a un lado para que Harry pase, camina un poco hacia adelante y el rizado avanza a sus espaldas.

Cuando el castaño siente que el bus se pone en marcha da un suspiro pesado y gira para caminar hacia su casa.

Pero se detiene y voltea hacia donde se ha ido el bus.

- No sabía que estabas en Doncaster -murmura Harry cuando Louis queda frente a él.

- Creí que subiste al bus.

- Cambié de opinión.

Louis asiente con una pequeña sonrisa.

- ¿Cómo estás? -pregunta el castaño.

- Bien, muy bien, ahora. ¿Y tú?

- Muy bien también.

- Me alegra verte -el ojiverde suspira- ¿qué tal Londres?

Londres está bien, pero sería mejor estar contigo -piensa Louis.

- Es muy bonito, muy diferente también.

- ¿Te gusta?

- Sí, me agrada. ¿Cómo estás tú? ¿Que has hecho?

- Estoy bien, he estado tomando cursos, ¿recuerdas el curso en Manchester del que te hablé por teléfono?

- Sí, lo recuerdo.

- Pues, tomé los cursos.

- Eso es fantástico Haz—el castaño se interrumpe a él mismo- Harry. Me alegro por ti.

- ¿Desde cuándo estás aquí?

- No hace mucho -responde el castaño- llegué el domingo. ¿Estabas apurado?

El rizado observa a la parada y luego devuelta a Louis.

- No, estaba yendo a comer algo.

- Oh, bien.

- ¿Ya comiste? -pregunta el rizado en un murmuro.

- Si, vengo de tomar un té.

Louis se lamenta un momento. Él podría volver a comer, decir que sigue hambriento aunque no sea cierto, sólo si esa excusa lo llevaría a compartir una comida con el rizado.

- Genial.

Ambos permanecen parados frente a frente sin saber qué decir o hacer a continuación.

Pero Louis se arriesga y no lo piensa demasiado cuando camina más cerca del rizado y envuelve su cuerpo con sus brazos.

You are the only one - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora