Capitulo 33. La mesa por debajo

274 23 17
                                    

Hinata deja caer los brazos sobre el escritorio de su esposo, entierra la cabeza entre ellos. Se siente como una auténtica mierda. Después de todo lo que Naruto hacía por ella, sentía que le devolvía menos de lo que él hacía por ella.

El recuerdo de la noche anterior le regresó como una secuencia de imágenes:

A la mañana del martes, Naruto había iniciado su jornada laboral estrepitosamente mal, y lo decía de manera literal. Acabó agotado entre tanto papeleo y tirado en el suelo de madera, rodeado de cajas y Shikamaru corriendo hacia el con el horror reflejado en su cara.

—Madre mía, ¿estás bien? —se agacha para ayudarlo a levantarse y le alisa la camisa negra ceñida antes de pasar a los pantalones grises—. Lo siento muchísimo. Iba a llevarlas al almacén.

Shikamaru revolotea a su alrededor como una mamá gallina, mascullando sobre libros de salud, de seguridad y de prevención de accidente.

—Shikamaru, estoy bien. ¡Quítame las manos de encima!

Al instante, retira las manos nerviosas entre risas.

—¡Que musculoso, amigo!

—Si fueras homosexual te habría pateado el culo —le advirtió Naruto.

—Ya, pero no lo soy —responde con orgullo mientras empieza a recoger las cajas.

—¿Que hay en esas cajas?

—Muestras. Jiraiya recibió la entrega. Lo lógico sería que las hubiera guardado en el armario. A veces siento que me presiona demasiado. Me siento inútil —protesta.

El Nara rastrea la oficina y ve a Jiraiya peleándose con la máquina de escribir. La verdad es que su padrino vivía en su propio mundo.

–Buenos días —Naruto oye cómo saluda Erika antes de verla—Shikamaru, no pienso volver a salir contigo —le recrimina mientras se sienta en la silla.

Naruto los mira a los dos y se queda esperando una explicación, pero parece que ninguno estaba dispuesto a dársela.

—¿Que pasa? —pregunta.

Shikamaru se encoge de hombros con expresión de culpabilidad y Erika inspira hondo para empezar a detallar sus quejas punto a punto:

–¡volvió a dejarme plantada! —exclama, y dirige a Shikamaru una mirada acusadora.

Dejó el bolso junto a la mesa de Naruto y observó a Erika como lanzaba todo tipo de acusaciones a Shikamaru, que parecía sentirse culpable.

—No vuelvas a decirme que te acompañe o salga contigo a comprar —espeta, y lo señala con el bolígrafo—¡El viernes te largaste con el político de la cámara regional y anoche ni siquiera tuviste la decencia de irte a casa con el mismo!

—¡Shikamaru! —exclamó Naruto con sarcasmo—. ¿No decías que los negocios eran esenciales y que debíamos ser amables?

—Puede que no siempre —se defiende con un tono de voz muy reusado —. Solo estoy probando muestras antes de decidir en qué debo invertir.

Erika resopla y gira la silla para darle la espalda. Con mucho cuidado, apoya el traste sobre el asiento suave y acolchado de la suya, que en esos momentos le parecía de hierro, y hace hasta una mueca de dolor.

|Latidos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora