Capítulo 10. Dama de compañía

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El volvió a mirarla a los ojos al cabo de un momento. A continuación, levanto la mano y la apoyo en la nuca de la joven para aproximarla hacia si. Hinata observo sus intensos ojos azules para memorizarlos para siempre.

Luego la beso con una intensidad abrasadora que a Hinata la hicieron estremecer.

—Ahora si prometo mantenerte tan pura y perfecta como eres —su voz es un susurro entrecortado.

Hinata apretó los labios, y se dejo caer en la cama, aun a su lado.

Naruto metió una de sus manos en su bolsillo y estiró el puño hacia ella.

—¿Que significa? —dijo Hinata, sonriendo. Observo la pequeña cruz de oro con lapilazul incrustado y la inscripción al dorso.

Paso los dedos por las letras.

—Mi padre se la regalo a mi madre antes de que se casaran. Nunca he entendido que significado tiene. Supongo que pudo regalársela a la chica de dieciocho años con la que se caso. Con la esperanza de que tuviera esa edad para siempre —Naruto soltó una risita suave e irónica -. Pero yo no te la regalo por eso.

—¿Por que? —quiso saber Hinata, metiéndose la cruz en el corpiño.

—Es mas discreta que todas las cosas que le regalo mas tarde. Puede que por eso me gusten tanto. No recuerdo demasiado a mi madre: Yo solo tenia siete años cuando murió. Pero creo que tenia esa clase de belleza clásica y natural que no necesita adornos.

Hinata asimilo aquellas palabras. Había averiguado tantas cosas sobre Naruto aquel dia que le parecía una persona completamente distinta, y todas las palabras que pronunciaba resonaban de un modo especial en su interior.

Hinata quería decirle algo profundo y más definitivo, pero su voz entrecortada no se lo iba permitir.

—Aparte de todo esto —continuó diciendo, en un murmuró mientras sus dedos pasan casi rozando sus muslo—Me gustaría decirte que el término"amar" me quedaba demasiado grande en aquel entonces —añadió.

—¿De que hablas? —murmuró Hinata casi en un suspiro.

—No me atrevo a decir que llegue ha amar a esas mujeres. —le dice sin dudarlo.

—Ah, ¿No? —susurró Hinata tontamente.

—No, Hinata, no hay que estar con alguien solo por amor —Naruto hablaba discretamente y sus ojos azules la miraban con cautela—. Estuve con ellas, pero no tenían de mi ni una pizca de cariño.

—Pero, ¿Y como es que... Podías estar con ellas?

Hinata no quería hacer esas preguntas, pero no le quedaba de otra.

El ríe nerviosamente.

—Miss Hyuga, tú... —sus ojos azules brillaban de algo más, algo lindo y oscuro a la vez. Esboza una sonrisa que sube de temperatura mientras las yemas de los dedos le acarician la mejilla, haciéndola hervir la sangre— Quiero que sepas que... Aparte de todas las demás: Eres tu quien...

Naruto ya estaba apartado por temor de no poder seguir disimulando mas. Llevaba dos días sintiéndose como si apenas habitaba en su propio cuerpo.

Era como si ya no se conociera ni el mismo.

sabia exactamente lo que quería, pero no lo que necesitaba. ¿Era Hinata lo que quería o lo que necesitaba? ¿En que categoría entraría él en este sentido? ¿Podría usarla para sus fines iniciales o llegaría el momento en que le diría lo que realmente quería? Como saberlo, si todavía dudaba de un posible acercamiento entre ambos. No, no era porque Hiashi ya le había advertido que mantuviera sus garras lejos de su hija. Tampoco era porque peligraba la imagen de todos si los insulsos periodistas filtraran cualquier clase de cosas sobre ellos. Tenia miedo, realmente. De que al decirle la verdad, lo echara todo al caño.

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