Capítulo 11. Inesperado

2K 113 29
                                    

El valor de los secretos no deja de fluctuar, aunque las damas que lleva mucho tiempo en sociedad aprendan que un secreto guardado puede valer mucho mas que un secreto revelado.

Hanabi caminaba entre las manchas blancas y marrones de césped y los árboles casi desnudos de la plaza a un paso que no era ni apresurado ni lento. Caminaba como una muchacha vestida con un abrigo de pieles nuevo, y así era.

Era un abrigo de lana de astracan. Konohamaru le había ayudado a escogerlo esa misma mañana.

Hanabi trataba de caminar a la manera de Hinata: Como si fuese por completo indiferente al frio, y a las jóvenes abrigadas que, al pasar, se quedaban contemplando con asombro la lujosa piel que llevaba cuando salía a pasear, seguida de una obediente doncella.

Aunque esa doncella era nada menos que la mejor amiga de su hermana. Ino caminaba detrás de ella a una distancia prudente.

—Ese manguito es de muy buena calidad —comentó Ino.

La joven se refería al manguito de lana de borrego persa que Hanabi adquirió por Hinata. Ahora las manos de Hanabi estaban protegidas por él.

—¿Verdad que si? —respondió ella, hablando de soslayo.

—Tendrás que cuidarlo bien.

—Descuida, lo haré. Al fin y al cabo, se como hacerlo.

Por alguna razón Hanabi no pudo llegar a precisar ese comentario, le produjo un pequeño estremecimiento. Aunque ese no era la intención de Ino, su advertencia le recordó a Hanabi lo débil que era su grandeza. Incluso ahora que había aceptado la propuesta de Sarutobi.

—Eso es cierto. Solo me pregunto que esperara míster Sarutobi a cambio de semejante regalo.

Pasaron junto a los bancos de hierro forjado, pisando el pavimento de piedras octagonales, con el crujido de los restos de la ultima nevada bajo sus pies. Aquel día hacia demasiado frió para pasear, por lo que había pocas personas en el parque.

—Oh, no, no tienes que preocuparte por eso! Naruto dice...

—¿Quien es Naruto?

Hanabi se detuvo y alzo los ojos al cielo.
—Lo recuerdas. Es el nuevo empleado de la casa.

El sonido de ese nombre le resultaba confuso y agradable al mismo tiempo. Si ya no le hablo a la mejor amiga de su hermana de Naruto cuando era solo un dependiente de su familia, menos ahora, que sabia lo que era en realidad.

O, mejor dicho, ahora que sabia que el joven era mucho mas de lo que parecía ser. Naruto la había besado una vez. Mientras imaginaba como empezar a contar todo aquello, se pregunto si sonaba un poco absurdo.

No, seria mejor no hablar de Naruto. Se volvió y cogió el brazo de Ino, que parecía casi sorprendida de estar cara a cara con su importante amiga.

—Ya he hablado mucho de mi misma.

—Oh, pero si me gusta oírte hablar de tus nuevos amigos —dijo Ino sonriendo mientras tiritaba de frio.

La muchacha llevaba un abrigo negro y un sombrero de juego en lo que a color y edad se refiere, aunque no en estilo. Tenia la nariz muy enrojecida. Hanabi tiro de su amiga hacia unos de los bancos y se quito el manguito. Sobre la copa de los arboles sin hojas, se veían los altos tejados de piedra de los edificios del lado este de la plaza.

—Pruébatelo —le ordeno—Insisto—añadió, al ver que Ino no quería.

Dos criadas vestidas con abrigos baratos pasaron delante de ellas cargadas con las compras, y cuando se alejaron Ino cogió la brillante pieza negra y la observo. Se la puso despacio, pero cuando sus manos desaparecieron en su interior una expresión complacida empezó a apoderarse de su rostro.

|Latidos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora