Cuando llego la mañana, eran apenas pasadas las seis. Y había recibido una carta de su padre y Hanabi.
Avísame cuando te despiertes, ¿vale? Tengo que contarte una cosa. Tenía escrita la carta que su misteriosa hermana le había enviado.
Apenas había dejado el sobre en la encimera de la sala de descanso para ponerse una taza de café cuando empezó a escuchar el sonido de los cascos de los caballos contra el suelo de la calle. El atractivo rostro de su padre iluminó la sala, mostrando los ojos blancos y pálidos que ella había heredado de él.
De repente, se sintió hecha un manojo de nervios. Cuando abrió las cortinas del salón, sus manos temblaban. Quería mucho a su padre, pero siempre había creído que su padre sentía las cosas mucho más profundas que ella. Y, mientras nunca dudaba en dejar claro cómo podía solucionar sus defectos, él no parecía notar que tuviese ninguno. Sólo pensar en decepcionarlo o hacerle daño le parecía una crueldad.
—Hola, papá. ¿Cómo estás?
—Eso te iba a preguntar, cariño. Yo estoy como siempre, ¿y tu? Esta casa es impresionante. Nunca me había atrevido a venir. ¿Que ha pasado?
Hinata se acercó a la mesa más cercana y se sentó para poder tranquilizarse.
Su hermana menor entraba por la puerta principal detrás de su padre.
—He dicho que no se preocuparán, que no pasaba nada malo y, aún así, parecen preocupados. ¿Te he despertado, hermanita? —Hanabi se echó a reír a carcajadas, con cierta malicia.
—Siempre me levanto temprano —se excusó Hinata.
—Es mi deber preocuparme —respondió Hiashi con un cálido tono divertido en su voz profunda—. Y me estaba preparando para salir a correr antes de empezar la jornada.
—¿Viste que es realmente muy hermosa esta casa, papá? –Hanabi cambió el tema de forma sencilla y fácil.
Algo que Hinata envidiaba de lejos.
—La verdad, debo darle crédito a Naruto —estuvo de acuerdo Hiashi—. Tiene una mansión más grande que la mia.
—Oigan —los llamo Hinata—. Díganme que noticia es esa.
—Eh... –Hanabi apreció haberse quedado muda y tragó saliva—. Dios, esto resulta más difícil de lo que creía. Me había dicho a Sasuke que era papá el que me preocupaba, pero aquí estoy tratando de...
—Hanabi.
La pequeña chica respiro hondo.
—Sasuke y Sakura se vieron en nuestra casa.
El salón se quedó en un inquietante silencio.
—¿Hinata?
—¿Cuando? —la voz rasgada de Hinata, la hundió.
—Hace par de días.
—¿Antes de que fuese a verlo?
Hanabi se aclaró la garganta.
—¿Lo viste?
—Si —asintió Hinata—. Y me lo contó.
Hanabi se llevó una mano al pecho, aliviada.
—¡Gracias a Dios!—exclamó—. No tenía idea de cómo decírtelo.
Silencio.
Dios mío. Aquello era de lo más incómodo. Apenas hace un mes que los había visto y ahora los tenía preocupados.
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|Latidos|
ФанфикHinata Hyuga era conocida no solo por su belleza y su extraordinario físico, sino también por su personalidad tan atrevida, lo que hacía otorgarle un asiento elevado entre las más deseas chicas de la ciudad. Le resultaba cómico ver hasta dónde era...