Hinata mantuvo la mirada al frente, a pesar de que se moría de ganas por volverlo a ver. Le costaba respirar y tenía mucho calor. Aquella mañana de diciembre, las cosas no podían estar peor.
Se acercaba navidad, y ningún regalo caro y ostentoso podría hacerla sentirse completa. Lo cierto era, que Hinata comenzaba a comprender, que más valían ciertas personas que objetos.
Que más valía Él, que cualquier zapatilla de cristal.
Naruto siempre le había parecido sincero y, en contra de lo que dictaba el sentido común, ella lo creyó. Y guardaba ese convencimiento en su corazón cuando su padre no estaba allí para obsérvala fijamente y darse cuenta de lo que sentía.
—No te hagas ilusiones con Naruto —le dijo su mejor amiga Ino—. Vi como se miraban cada vez que estaban juntos.
—Todas las damas lo admiran, incluso tú.
La chica apoyó el brazo en el respaldo donde la chica estaba sentada. A pesar de que era relativamente temprano, sino ya tenía la cara empolvada, tenía los labios pintados y las mejillas con colorete.
—Tú eres como mi hermana Hinata, y Naruto ya no puede estar cerca de ti, eso tu padre lo dejo bastante claro. Tienes que buscar en fijarte en otro. Él tal vez esté feliz con otra persona.
—¿Cómo sabes que es feliz con alguien más? No puede enamorarse de alguien tan rápido... que se case ahora, es un matrimonio de conveniencia.
—Y el tuyo también lo será —replicó su amiga—. No me gusta Sasuke Uchiha, pero tú padre supo escoger bien. Pero te aconsejo que pienses bien las cosas. Dicen que Sasuke es igual de fogoso que Naruto en la cama —Ino la miró y se echó a reír al ver la cara roja de su amiga—. Solo que es un poco más joven, y más maleable.
—¡Ino!
—Tú no estás para lidiar con un hombre como Naruto. Tiene fama de tomar a niñas inocentes como tú para desayunar y después se desquita con damas muchos menos refinadas.
Y Hinata estaba segura de que era así. El mismo le había contado y pedido que mantuviera el secreto. Pero era algo de lo que según Naruto no estaba completamente orgulloso.
Pero, Hinata se mordió la lengua, consciente de que su mejor amiga, en realidad, no sabía nada de aquel hombre. Solo lo que sabía por los rumores.
—Mantente alejada de él, amiga. Si tu padre te ve de nuevo cerca... Bastaría con la insinuación de un escándalo para arruinar tu reputación.
Hinata sabía que eso sí era verdad, y asintió siguiendo el consejo de su amiga.
—Estoy convencida de que ya se ha olvidado de mi.
Bueno, allí estaba: ¡inevitable como el resto de las cosas! Era un tanto horrible, pero ¿por qué romperse la cabeza? No podía borrarse de un plumazo. Todo seguía allí. ¡La vida, como lo demás! ¿Qué otra cosa podía hacer más que dejar las cosas como estaban? Así que lo dejó todo como estaba. Su padre venía a veces, con su cara fina, aristocrática, y saboreaba el triunfo al ver que todo seguía igual. Nunca le perdonaría a Hiashi haberla apartado de Naruto.
—En cuanto a lo que se dice de él, es ingenioso, pero no tiene nada dentro. Sus ojos lo delatan ...
Hinata imaginaba a Naruto, un caballero inglés que había sabido arreglarse tan bien en la vida, y sus ojos, sus siempre asombrados grandes ojos azules, adquirían un matiz de ambigüedad.
Nada dentro! ¿Qué quería decir con nada dentro? Si los críticos le alababan, y el nombre de Naruto era casi famoso ahora y hasta ganaba dinero..., ¿qué quería decir su mejor amiga con que no había nada dentro de los ojos de Naruto? ¿Qué otra cosa podía haber?
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|Latidos|
FanfictionHinata Hyuga era conocida no solo por su belleza y su extraordinario físico, sino también por su personalidad tan atrevida, lo que hacía otorgarle un asiento elevado entre las más deseas chicas de la ciudad. Le resultaba cómico ver hasta dónde era...