Capitulo 19. ¿En cinta?

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La idea de que ella pudiera olvidarse de el mundo para estar con él, le encogió el corazón. Se lo había prometido siendo una muchacha. ¿Se reafirmaría esa promesa siendo ahora una mujer?

—¿Estás dando por hecho que lo que quiero es impedir el paso de los de afuera? —esbozó una seductora sonrisa—. Pero quizá lo que quiera sea encerrarte a ti.

Naruto echó la cabeza hacia atrás y se rió mientras la estrechaba con fuerza.

—Oh, amor. Como me gusta verte tan decidida.

—Para apaciguarme no basta con la amenaza de hacerme el amor —le replicó ella.

No, pero quizá si consiguiera la verdadera identidad de la chica. La idea le daba mucho que pensar e inspiró con fuerza.

—Hinata, tengo que mostrarte quien soy yo ahora y que fue de mi pasado.

La tensión que atenazo el cuerpo de ella era palpable.
—¿Crees que eso cambiara lo que siento por ti?

—Con toda seguridad.

—Entonces no lo hagas.

Él parpadeó.
—¿Cómo dices?

—Ahora, en este momento, tengo la sensación de que no podría respirar si no te tengo cerca —hablaba en voz baja y modulada—. No quiero desilusionarme. No después de todos estos años en los que no ha existido nada importante para mi. Solo consigo ver el mundo y todos sus colores cuando estoy contigo.

Él presionó la mejilla contra la suya y susurró:

—Deberías valorar más tu cuerpo. No puedo hacerte mía...

No de nuevo. Ya era suya, pero no aquella noche.

Ella volvió la cabeza y posó los labios sobre los de él. La repentina oleada de sensaciones lo mareó. Y enseguida se convirtió en algo tan excitante que casi era insoportable.

Noto que Hinata se movía pero fue incapaz de apartarse para averiguar cuál era el motivo. Le acaricio los labios con la lengua y lamió aquel inocente labio tan propio de ella. Era un gusto tan adictivo que lo estaba destrozando.

Era incapaz de resistirse a él. Cuando sus dedos desnudos le rodearon la muñeca y la llevaron hasta su pecho, supo que estaba perdido. El no podía dejar de ser quien era, así de sencillo. Pero esa revelación requería mucho tacto.

—Puedo verte con mi corazón —le dijo ella sin aliento, mientras movía los labios por encima de los suyos—. Quiero tenerte mientras me sienta como me siento ahora: salvaje, excitada  y libre. ¿Me convierte eso en una mujer temeraria? ¿Te parezco una mujer insensata y fácil?

Cada palabra que salía de su dulce boca lo endurecía y le hacía perder cada vez más el control.

Salvaje.

Excitada.

Libre.

La combinación tenía un encanto muy poderoso para un hombre enamorado.

Naruto le pasó la mano por detrás y soltó el broche que le sujetaba el pañuelo de encaje que llevaba al cuello.

—¿Puedo taparte los ojos? —le pregunto, con un grave tono de voz—. ¿Crees que si lo hago sofocare tu ardor?

Ella intentó volver la cabeza para mirarlo a los ojos, pero el la detuvo con un beso.

—No quiero que pienses en más nada mientras hacemos el amor. No quiero que nada pueda estropear nuestra ultima vez juntos. He esperado varios días y no quiero que nada lo eche a perder.

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