Capitulo 38. Virtud.

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La cena fue sencilla: ensalada, y unos ricos espaguetis. Ino había cocinado, Temari sirvió y Hinata estaba resplandeciente.

El vino fluía con libertad, abrían y vaciaban una botella tras otra. Todos estaba relajados. Se reían. Incluso él.

La presencia de Neji fue un poco incómoda pero al tener a Shikamaru, Mina y Jiraiya fue un buen amortiguador. Aunque Boruto y Himawari eran la adquisición más reciente del grupo y eso atrajo la mayor parte de la atención. Eso le dio un poco de respiro. Y, a medida que pasaba el tiempo, Hinata se fue sonrojando y sus ojos empezaron a brillar por el alcohol. Fue acercando cada vez más su silla a la de él hasta que se apretó contra él, su cuerpo suave y cálido.

Por debajo de la mesa, las manos de su esposa y sus pies estaban ocupados tocándolo con ansiedad. La voz de Hinata sonaba cada vez más ronca y la risa más sana. Hinata le había demostrado que el alcohol la ponía muchas veces cachonda pero, de todos modos el conocía muy bien los síntomas.

Eran casi las dos de la mañana cuando un bostezo de Hanabi hizo que todos los demás dieran fin a la velada. Ino fue con ellos hacia la escalera.

—Vuestras cosas están ya en vuestro cuarto —dijo refiriéndose tanto a Hinata como a él—. Quédense tranquilos, yo y Temari nos haremos cargos de los niños. A ver si nos levantamos tarde y podemos hacer una especie de Brunch.

—Eh... —Hinata frunció el ceño.

—¿No quieres que llevamos a Boruto y Himawari a nuestra habitación? —pregunto él.

Ino levantó una mano en el aire con aire despreocupado.

—Qué va —le dijo—, estamos todos encantados de poder estar con esos hermosos niños. Tu tranquilo.

—Ya, pero... —Hinata quiso hablar pero el la tomó del codo. Estaba claro que su mujer no había tenido en cuenta de que la casa que habían comprado no tendría habitaciones separadas para ambos y como una pareja tendrían que compartir la cama, pero era algo obvio que no había desaparecido de su mente.

—Gracias, Ino. Avísame si pasa algo con los niños. Nos vemos luego —dijo él.

Ella se rio y cogio su cara para darle un beso en las mejillas.

—Estoy muy contenta, Naruto. Se que serás un excelente padre, eres lo que tú hijos necesitan.

Naruto consiguió responder con una sonrisa, consciente de que sería capaz de comprender siempre los sentimientos de sus hijos y cuidarlos en la misma forma en la que un padre lo haría.

Hinata y él empezaron a subir.

—Naruto...

—¿A donde vamos? —la interrumpió.

—¿Por qué me lo preguntas a mi?

—Porqué esta casa fue la que mandaste a construir cuando le diste la idea a Erika para hacer los planos —le respondió con cierta ironía.

Hinata todo los ojos al escuchar ese nombre. Luego miro de reojo.

—Arriba del todo.

La habitación de ambos estaba en la planta superior, ocupando lo que habría sido antes un gran desván. El tejado a dos aguas de poca pendiente hacia que el techo tuviera una altura bastante cómoda y ofreciera una vista impresionante de la estrecha isla durante el día.

La enorme cama estaba situada en medio de la estancia, enfrente del ventanal, su cabecero de madera hacía de división, con un sofá colocado contra respaldo que proporcionaba una pequeña zona de estar. El baño que había dentro de la habitación ocupada el otro lado del espacio.

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